En la actualidad cualquiera que considerara a “El gran Gatsby” una historia mala sería tomado por ignorante.
Sin embargo, en 1940 F.Scott Fitzgerald murió creyendo que había escrito un libro mediocre que nadie iba a recordar con el paso del tiempo.
Su trabajo fue recibido con críticas regulares y tampoco se vendió bien cuando surgió en 1925.
Fitzgerald había creado una gran obra que retrataba con muchos detalles la era del jazz y la cultura popular norteamericana en los comienzos de la década de 1920. Era un libro que necesitaba ser bien digerido y la prensa de ese momento no llegó a comprenderlo.
Con el correr de los años esta situación cambió radicalmente.
Para 1960 “El Gran Gatsby” no solo era un best seller internacional sino que se había convertido en una de las mejores obras literarias en la historia de los Estados Unidos.
Fitzgerald de esta manera pasó a ser destacado entre los grandes escritores de ese país como John Steinbeck (“Viñedos de Ira”), pero lamentablemente nunca llegó a ver en vida el fenómeno que generó.
La novela finalmente se convirtió en un verdadero clásico que fue adaptada varias veces en el cine, el teatro, la televisión y hasta los videojuegos.
La versión de Baz Luhrmann (Mouling Rouge) es la quinta producción hollywoodense hasta la fecha y se caracteriza por recrear esta historia con bastante fidelidad a través de una propuesta visual diferente.
Lo interesante del film es que combina el conflicto clásico de Fitzgerald con la extravagancia que identifica al arte de este director.
La historia es la misma con la particularidad que Luhrmann la cuenta con su estilo de narración personal donde el retrato que hace de los años ´20 es más grotesco y bizarro.
En este caso cambió las melodías de jazz por las canciones del rapero Jay Z, Beyoncé y Florence and The Machine, que no suenan tan descolgadas como uno se hubiera imaginado.
Si la película hubiera sido dirigida por Joe Wrigth (Orgullo y prejuicio) esto tal vez hubiera sido más raro, pero en el cine de Luhrmann la mirada que él propone de este período histórico no resulta tan descabellada.
Inclusive las canciones nunca llegan a opacar las tensiones del conflicto, sino que se destacan en escenas puntuales.
La primera parte de la película es donde más se concentran las extravagancias del director con imágenes increíbles donde no quedan dudas que detrás de las cámaras estuvo Lhurmann.
Sin embargo, los elementos grotescos luego pierden fuerza y el cineasta se enfoca en desarrollar el conflicto clásico de Gatsby, con las modificaciones mínimas que requiere toda adaptación en el cine.
La realidad es que la película es mucho menos delirante de lo que daban a entender los trailers.
Leonardo DiCaprio y Tobey Maguire están muy bien en sus papeles y son los que llevan adelante la historia.
Sí me quedó la sensación que el personaje de Daisy resultó el más débil de esta producción y Carey Mulligan, que es una muy buena actriz, ni siquiera logró hacerle sombra a la interpretación que brindó Mia Farrow en la versión de 1974, con Robert Redford, que era hasta hace poco la versión más famosa de todas.
Port otra parte, el formato de tres dimensiones estuvo excelentemente implementado y es un buen aporte a la experiencia visual que ofrece la película.
No creo que este trabajo se convierta en un clásico de la filmografía de Luhrmann pero permite disfrutar este famoso relato desde un enfoque diferente y eso hace que su visión valga la pena.
EL DATO LOCO:
La primera adaptación de esta novela de Scott Fitzgerald se hizo en 1926 en la era del cine mudo.
La película hoy es famosa porque se trata de una cinta perdida que nunca se pudo recuperar.
Desaparecieron todas las copias y el film no se encuentra en ninguna colección privada o archivo. Desde hace muchas décadas es una pieza muy buscada por los historiadores.
La única prueba de la existencia de la película es un tráiler de un minuto que fue preservado por la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos.