Una nueva manera de contar una vieja historia
Todo lo que se le aplaudió fervorosamente a Baz Luhrmann en “Moulin Rouge” hoy más bien se le reprocha por su arriesgada versión de “El gran Gatsby”.
Y no estoy tan segura de que los reproches sean tan merecidos. Es cierto que Luhrmann se toma muchas licencias, quizás demasiadas (es su estilo), al momento de recrear la época (década del ‘20 del siglo XX). Aquellos años locos de la primera posguerra que regó de alcohol prohibido y abundantes dólares fáciles (el juego y Wall Street eran un hervidero próspero a granel) a todo Estados Unidos. Es cierto que quizás no es tan considerado, como un lector académico desearía, con el espíritu de la novela de F. Scott Fitzgerald. También es verdad que la versión cinematográfica anterior, protagonizada por Robert Redford, es un antecedente capaz de eclipsar cualquier intento posterior de recrear el gran clásico.
¿Acaso Luhrmann no tomó en cuenta todos los riesgos que asumía con esta superproducción, que además de todos esos desafíos, se presenta en un exuberante formato 3D?
Imaginar que un director de cine profesional, que tiene a su disposición un abultado presupuesto, un libro que ya ha adquirido categoría de mito y un elenco de primerísimo nivel va a asumir riesgos desmedidos sería pecar de más aventurado que el propio Luhrmann.
Mi pensamiento se inclina por creer que el australiano es un director osado, que entiende bien la época en la que vive, y que tiene algunas cualidades muy destacadas que le permiten asumir retos que no sólo dan que hablar a los críticos, produce un espectáculo atractivo, le da trabajo a mucha gente, conserva el buen gusto y le permite a la imaginación recorrer nuevos caminos expresivos.
¿Habría tenido el mismo efecto si en vez de utilizar la novela de Scott Fitzgerald hubiera apelado a un guión con un menor peso específico? Quizás la clave de la aventura cinematográfica y el gancho estén precisamente en esta aparente irreverencia.
Un film bien logrado
Sea lo que sea, el caso es que a mí la película me gustó. Me dejé llevar por la propuesta sin hacerla competir con prejuicios ni versiones anteriores y me pareció un film bien logrado, si se entiende que el objetivo era aggiornar un texto del siglo pasado, ofreciendo una mirada contemporánea, que incluye una recreación libre de los rasgos de época.
Justamente esos rasgos de época reversionados en ritmos y códigos actuales producen ese efecto un tanto discordante que a algunos molesta y sin embargo son las características que definen una nueva manera de contar una vieja historia.
Creo al respecto que aquella vieja historia de amores contrariados que escribió Scott Fitzgerald es bastante conocida por todos. El mérito de la película de Luhrmann está en atreverse a contarla a su manera.
Desde el punto de vista técnico, Luhrmann le saca todo el jugo posible a la tecnología 3D, un tratamiento de la imagen que acentúa, de modo impecable, el tono cuasi fantástico que le da a la ambientación, y además, juega con una superposición de textos dando la idea de que lo que se está contando son versiones de versiones de versiones y que ninguna parece más lícita que la otra. Después de todo, sólo se trata de ficción.