"Esta relación con el pasado que comparten los personajes principales del film cuaja perfectamente con las obsesiones formales de Anderson, porque su cine siempre estuvo atrapado en la nostalgia, en la añoranza de un mundo que ya no existe más que en la imaginación. Puede que compartir esa nostalgia sea la clave que permita o no disfrutar de su obra, esa que sus detractores acusan de ser una cáscara vacía. Y sí, es cierto que la superficie de las películas de Anderson es bella, pero por debajo de esa superficie, o más bien a través de ella, se construye el sentimiento. En el momento casi imperceptible en que esa construcción milimétrica cobra vida ante nuestros ojos, en el placer de sentir que los seres que pueblan su universo dejan de ser juguetes para convertirse en personajes, es que reside su encanto". (Fragmento de la crítica publicada en HC 145)