Cuando la fe de un niño logra mover montañas
“El gran pequeño” es la clase de películas que alimentan el alma con buenos valores y mucha fantasía.
Para quien disfrutó El gran pez (Tim Burton, 2003) o Cinco chicos y esto (John Stephenson, 2004), encontrará en El gran pequeño (Little Boy), de Alejandro Monteverde, la oportunidad de sumergirse en otro relato costumbrista europeo, con una fuerte base de realismo mágico, la clase de fantasía que convoca al espectador a apelar a su inocencia infantil y convertirse en cómplice de los protagonistas.
Este drama familiar se desarrolla a comienzos de la Segunda Guerra Mundial en un pueblo de los Estados Unidos y es narrado en primera persona por "Little Boy", un niño de ocho años con problemas de desarrollo, constantemente agredido por sus congéneres y maltratado por muchos de sus vecinos.
Su único amigo es su padre. Pero cuando el hombre es llamado al frente, queda solo con su madre y su hermano, y a expensas de su suerte.
Pase mágico, milagro o simple salto de fe, este pequeño se aferra a la idea de reencontrarse con su padre cuando descubre que, con su pureza de corazón, es capaz de mover montañas.
Jakob Salvati, Emily Watson, Kevin James, Cary-Hiroyuki Tagawa, Michael Rapaport, David Henrie, Eduardo Verástegui, Tom Wilkinson, Abraham Benrubi, Ben Chaplin, Ted Levine, integran un elenco lujoso y bien llevado por el director mexicano, también autor de la conmovedora Bella (2006).
Fotografía y música integran la narración con un dejo del clásico Cinema Paradiso, aquella gran creación de Giuseppe Tornatore.
Vale advertir que el relato viaja por un constante vaivén de emociones y se aboca a los mensajes superadores. Por ende, aunque es apto para mayores de 13 años, no lo es para insensibles.