"Sobre amigos y dinero"
El desembarco del director sueco Daniel Albertson al cine anglosajón, luego de haberse hecho cargo de las dos últimas entregas de la trilogía Millenium, viene acompañada de grandes nombres. El primero de ellos es Jim Strugess, quien interpreta a Cor van Hout, uno de los cinco amigos acorralados por la crisis de empleo y habitacional de una Holanda de los ochenta.
Junto con su amigo y cuñado Willem (Sam Worthington), proponen al resto del grupo una solución a sus problemas: secuestrar a alguien y salirse con la suya puede ser la mejor manera de conseguir financiación para sus proyectos. Y el elegido no es otro que el dueño y fundador de la cervecería Heineken, el anciano Freddy Heineken, interpretado por Anthony Hopkins.
Esta historia nos lleva al planeamiento y el desarrollo de un crimen que, aunque se trate de un acto desesperado, tiene poco de impulsivo. Con una preparación tan minuciosa que la opinión pública culpó enseguida a los gordos del crimen organizado, estos cinco desconocidos muestran como cualquiera puede convertirse en criminal si tiene la paciencia y las agallas. Aunque el guión es lineal y sin grandes tensiones, la estrella de esta historia son las interpretaciones.
“El gran secuestro de Mr. Heineken” se convierte en thriller psicológico en cuanto se explora la creciente paranoia de los secuestradores, como así también el arco del secuestrado desde la aparente tranquilidad hasta la desesperación. En este sentido son Strugess y Hopkins son los destacados, este último brindando una interpretación digna de aplauso. En sus momentos de fría tranquilidad puede recordarnos a su entrañable Hannibal Lecter, pero enseguida comienza a despegarse de aquel y muestra un costado más humano y mucho más temeroso.
Pero el secuestro es la parte fácil, el verdadero desafío será irse con el rescate sin ser atrapado. Este rescate acabó siendo el más alto pagado en la historia hasta aquel momento, y tenerlo en sus manos comienza a crear diferencias entre los amigos. Como bien lo dice Freddy Heineken, se puede tener mucho dinero o muchos amigos, pero no ambos. Bajo esta premisa, el guión explora los límites de la amistad cuando choca con el interés.
Poco de acción pero mucha tensión psicológica, que nos dejará con más de una reflexión y quizá hasta un poco de paranoia. Un gran Anthony Hopkins que nos demuestra que aún está en la cresta de la ola de su talento actoral, y un elenco de jóvenes criminales que están a la altura del desafío aunque sin llegar a un nivel tan destacado. El guion es lineal, siguiendo a este grupo de criminales a todos lados, y puede resultar algo lento. Sin embargo, resulta correcto para la gran exploración psicológica que le da a este thriller grandes dosis de suspenso.
Agustina Tajtelbaum