Terminando el 2017 se estrenó un musical de corte clásico que vino a ponerle ritmo y canciones pop pegadizas al cierre cinematográfico del año pasado.
La película cuenta la historia de P.T Barnum (Hugh Jackman) que después de perder su trabajo en un banco, decide comenzar un negocio de entretenimiento buscando a los mejores talentos de su ciudad para armar un gran show que le permita mantener económicamente a su familia. El film está basado en la vida de Phineas Taylor Barnum (1810-1891), un empresario que terminó fundando las bases de lo que sería el espectáculo circense norteamericano, con la constitución del “Ringling Bros. and Barnum & Bailey Circus”, conocido como “el mayor espectáculo en la Tierra”.
Esta cinta representa el debut del australiano Michael Gracey, que viene de trabajar en el departamento de efectos especiales en varias ficciones, y aquí decide dar el gran salto para ponerse tras la cámara. Para ello contó con la ayuda de Benj Pasek y Justin Paul, ganadores del Oscar por “La La Land” (2016), y un elenco repleto de talento entre los cuales se destacan Hugh Jackman (que ya había demostrado sus dotes para el musical en “Los Miserables” y en el teatro), Zac Efron (“High School Musical”, “Hairspray”) y Zendaya (“Spider-man: Homecoming”).
Rebecca Ferguson (“Mision Imposible 5”) y Michelle Williams (“Manchester By the Sea”) acompañan perfectamente a Hugh Jackman, con voces verdaderamente poderosas, dejandonos con las ganas de escucharlas un poco más y haciéndonos notar que posiblemente no fueron del todo aprovechadas.
Si bien la historia que se cuenta es bastante convencional, donde se muestra el ascenso y caída de un personaje real, cuya vida se vio simplificada en pos de conseguir un producto más atractivo y efectista, la película consigue un resultado más que digno a fuerza de su estética visual y sus logradas canciones.
Quizás uno de sus problemas radican en la previsibilidad de los hechos y en como durante el primer acto los personajes son presentados de una manera bastante atropellada. Sin embargo, esto se da en función de la trama principal y su desarrollo para ir directamente al centro de la cuestión.
Técnicamente el film resulta impecable con números musicales que hacer avanzar el argumento y que adquieren un rol protagónico en el desarrollo narrativo. A su vez, muchas veces buscan ser un vehículo para sacar a relucir algunas “lecciones” o “moralejas” en relación al comportamiento de los personajes.
En síntesis, “El Gran Showman” es un musical clásico que podría haber sido mucho más, teniendo en cuenta el enorme talento de sus protagonistas. No obstante, sus canciones son pegadizas, y su historia, a pesar de ser predecible, resulta prolijamente construida y entretenida.