“El gran showman” hace agua
Algunos datos históricos hablan del empresario y showman P.T. Barnum como un ser nefasto y mentiroso. Otras fuentes, sin embargo, resaltan sus modales, capacidad de negociación, talento para el showbusiness y su humanidad. Y con esas diferencias subjetivas en la historia sobre el primer “famoso” de Estados Unidos, se armó este filme musical biográfico que reivindica no sólo la vida de Phineas Taylor Barnum ( Hugh Jackman), tal era su nombre completo, sino también lo que representa.
La historia comienza como un drama de chico pobre a principios del siglo XIX, que no puede estar con la chica aristócrata de la que se enamora. Al quedar desamparado tras la muerte de su padre, comienza a ganarse la vida como puede, hasta que llega a establecerse, crece, se casa con aquella chica anhelada (Michelle Williams), y tiene dos hijas, pero se da cuenta que aún no ha cumplido con su sueño, darle una vida próspera a su familia.
A pesar de que su esposa le insiste que ya lo tiene todo, él decide ir por más y dedicarse al mundo del espectáculo. Con una garantía falsa compra un museo de particularidades, y comienza a llenarlo de gente extraordinaria, como una mujer barbuda que cantaba, un enano, un hombre muy alto y otro muy gordo, exagerando todas sus virtudes o defectos.
Si bien al principio todo marcha bien para este conjunto de fenómenos, pues por primera vez se sienten respetados en un lugar, convenientemente para el dueño del circo que se aprovecha de sus rarezas, con el paso del tiempo, Barnum no se contentará con el éxito de las masas una vez más. Esa necesidad de vencer, conquistar el mundo que desde niño le fue negado es la que deteriora todo y demuestra la verdadera personalidad de Barnum.
En el largometraje se muestra como una “crisis” pero es inocultable, a pesar de la sutileza, que se perciba como una faceta cínica de su vida. En términos de entretenimiento, al ser un musical, Jackman está bien posicionado aunque no alcanza para hacer que la película explote del todo, a pesar de las canciones fuera de época que cantan él y los personajes secundarios. Entre ellos, un desaprovechado Zac Efron solo aparece para hacer más llevadera la historia en la última parte, pero tampoco con mucha gracia.
“El gran showman”, al igual que otros filmes en clave dramático como podría mencionarse “En búsqueda de la felicidad”, elevar como icónica esa posibilidad del sueño americano sin importar nada más que lograrlo, como si el fin justificara los medios, algo tan arraigado en la cultura yanqui.