El show debe continuar
Sin lugar a dudas este fue el año de Hugh Jackman con su gloriosa despedida de Wolverine en Logan y ahora con El gran showman, dos films que lo muestran como uno de los intérpretes más multifacéticos de su generación. El film narra la vida de Phineas Taylor Barnum quien es considerado el creador del concepto de Showbussines. Un personaje tan pintoresco como polémico dado que muchos de los actos que presentaba en su famoso circo Barnum & Bailey Circus no se trataban de otra cosa que de engaños destinados a embaucar al espectador a cambio de una módica suma de dinero.
La canción que da la apertura al film funciona como una clara declaración de principios sobre lo que veremos “ … Señoras y caballeros, este es el momento que han esperado. He estado buscando en la oscuridad, tomando tu aliento, robando tu mente. Y todo lo que era real se queda atrás…”. Todo el artificio es puesto al servicio del show, por más moralmente reprochable que sea y esto es lo que caracterizó a toda la obra de Barnun que llegó a presentar como la mucama de George Washington a una esclava negra y ciega que el mismo adquirió al efecto. De modo que en la vida real el carácter moralmente condenable queda por demás demostrado.
La película en cambio decide no dar particular profundidad a esto y por el contrario enfatiza en la difícil infancia de Phineas como hijo de un humilde sastre y cómo al quedar huérfano comenzó una supervivencia tan cruel como aleccionadora. Con cuadros musicales perfectamente realizados y canciones originales encargadas al dúo compositor ganador del oscar por La La Land, El gran showman ofrece un espectáculo que no decae durante todo el film.
Sin lugar a dudas el film descansa en las espaldas de Hugh Jackman quien parece haber nacido para encarnar a este personaje que deja su vida para lograr que el show continúe. Párrafo aparte se merecen Zack Efron, Zendaya, Michelle Williams y una maravillosa y radiante Keale Settle que definitivamente se roba nuestro corazón con su mujer barbuda.
Es necesario tener en cuenta que el film narra la existencia de un circo en los comienzos de 1830 y en esa época las desagradables prácticas de abuso animal eran parte de la realidad circense e incluso una parte fundacional del mismo. Omitirlo tal vez hubiera sido un ejercicio algo excesivo de corrección política poco honesto para con el espectador.
En definitiva El gran showman no se plantea realizar juicios morales sobre el accionar de su protagonista, sino que prefiere recorrer la industria del entretenimiento de una forma tan honesta como estéticamente apabullante. Un film imperdible para estos tiempos tan faltos de fantasía que exige ser visto en la salas de cine y salir bailando aunque sea por unos pocos metros cuando la realidad nos encuentre de nuevo.
*Review de Marisa Cariolo