Mentime que me gusta
A los 84 años y con más de medio siglo de trayectoria, René Lavand es un mito de la magia en la Argentina. Brillante ilusionista y entrañable personaje, este hombre se hizo famoso por sus trucos con cartas concretados únicamente con su mano izquierda (la derecha la perdió en un accidente) hasta convertirse en una figura de culto, con miles y miles de fans.
Como en Amateur (donde nos presentaba a un querible cinéfilo), Frenkel se acerca con curiosidad y fascinación al universo íntimo de su personaje. En este caso, a una hermosa casa de madera que Lavand posee en medio de la naturaleza verde en las afueras de Tandil. Allí, conoceremos lo que el protagonista -gran actor y entretenedor- quiere que sepamos: un bon-vivant, un filósofo de barrio, un genio de las barajas que sigue creando nuevos trucos en su "laboratorio" (el paño verde) pese a su artrosis, un marido bastante dependiente, un amigo fiel, un maestro con discípulos que lo veneran y, a veces, un cabrón refunfuñante (sobre todo cuando lo llaman a toda hora para pedirle un remise debido a un número equivocado).
El director -que contó con técnicos de primera línea, empezando por los DF Guillermo Nieto y Diego Poleri- pudo acceder a un excelente material de archivo de todas las épocas (Lavand recorrió el mundo varias veces y estuvo hasta en los shows de Johnny Carson y Ed Sullivan) y hace un buen uso de esas imágenes, pero también de los sonidos de sus actuaciones que muchas veces se escuchan en off.
Hay momentos en que Lavand lee textos un poco sobreescritos (con obvios espejos de fondo) y otros en que el documental resulta demasiado concesivo, "oficial". Quizás Frenkel se "enamoró" de su personaje y perdió la oportunidad de mostrar ciertas contradicciones o miserias de Lavand que hubiesen enriquecido el retrato. Pero cómo no rendirse ante el carisma, la simpatía, la seducción de este gran embaucador. René lo hizo de nuevo.