Presentado en Berlín, el quinto film de Sergio Mazza, el director de Amarillo (2006), Gallero (2009) y Graba (2011) nos cuenta esta vez una historia de corte autobiográfico, que aborda desde la ficción. Un niño de aproximadamente 9 años, y su hermanita son dejados por su madre a su propia abuela en Entre Ríos. Gonzalo no sabe que su madre está a punto de morir. Mientras tanto va de casa en casa con su hermana a cuestas buscando alimento y afecto.
El Guri es una historia coral donde se narra a su vez la historia de un hombre que acaba de enviudar, una pareja que está realizando un duelo, un amante arrepentido a destiempo, y una joven que atropella un perro en la entrada del pueblo, por lo que debe permanecer allí dos días. El mismo tiempo en que se desarrolla el relato. Y el niño realiza en esas horas una especie de road movie sentimental que va de un personaje al otro, y viceversa. Intentando buscar su lugar.
Muchas veces los niños abandonados no son los que viven en la calle, ni a la intemperie. Sino aquellos cuyos padres no han podido o no han querido hacerse cargo de sus responsabilidades, sea por una causa de vida o muerte, o sea por incapacidad. Lo cierto es que esta situación es siempre una marca, que de hecho no es fácil de superar. Y de eso se trata… de la orfandad, la soledad, y la tragedia. Aunque al mismo tiempo también se hable de la solidaridad, el amor, y la ternura.
Mazza parte de una situación personal de abandono materno, y de muerte de su padre a la misma edad de su personaje, para poder distanciarse de su propia realidad y construir desde sus vivencias una ficción en su ciudad natal que no es poca cosa.
La idea del entrecruzamiento de las historias dificulta muchas veces la verosimilitud del relato, ya que los personajes se desdibujan, aunque es claro que el punto de vista del film es el del niño. Por otra parte, completarlo al final no soluciona lo anterior.
A una excelente fotografía se suman desparejas actuaciones, una propuesta quizá catártica de un buen director.