Una pareja busca infructuosamente adoptar un niño pero la tarea parece burocráticamente imposible. Cuando tienen la impresión de que se les acaban las opciones legales toman una decisión un tanto drástica: participar de un mercado negro de adopción de bebés, en Misiones, cerca de la frontera con Brasil. El hombre (Rafael Ferro, la mujer encarnada por María Ucedo se queda en Buenos Aires) viaja hacia allí a tratar de conectarse con ese mundo que incluye mafiosos, prostitutas que trabajan para ellos, parteras enganchadas en esas entregas ilegales y otra serie de personajes de baja calaña.
Pero el filme no intenta ir por el camino más obvio de la denuncia –es evidente en cada plano, no hay nada que subrayar– sino en el viaje emocional de este hombre, seco y poco afecto a las palabras, que se va enredando en una situación que evidentemente es mucho más densa y compleja de lo pensado. Lo peor sucede –un hecho casi esperable, bien de cine negro, tono que la película mantiene hasta el final– cuando el hombre de alguna manera se engancha con la prostituta embarazada que supuestamente debe venderle a su hijo (Sofía Brito).
Un muy buen elenco (incluyendo a los actores secundarios), la siempre notable fotografía de Fernando Lockett y el ya citado tono noir del filme lo transforman en una interesante y tensa experiencia cinematográfica, si bien esa tensión decae un poco en la última parte, en la que el guión parece perder un poco los rumbos y la intensidad de la narración decae. Pero más allá de esas debilidades, la opera prima de ficción de Gaglianó es una propuesta bastante sólida dentro de una algo despareja sección.