Malparido
El director Daniel Gaglianó desarrolla a través de esta ficción la salida clandestina hacia un problema que hoy tienen muchas parejas: la dificultad para adoptar un hijo. El realizador utiliza recursos del thriller para este relato que, aunque ficticio, está inspirado en muchísimas historias reales. Un film que logra el justo dramatismo para el tema tratado a través de una narración cinematográfica más que interesante.
Álvaro (Rafael Ferro) y Ana (María Ucedo) hace más de dos años que esperan conseguir que salga finalmente su trámite de adopción, pero todos los intentos resultan fallidos. Por eso Álvaro sale en búsqueda de un bebé hacia Misiones para comprarlo en el mercado clandestino. El protagonista no tiene otra opción más que introducirse en ese mundo oscuro, violento y cruel de la trata de personas, donde las adolescentes por muy poca plata deben entregar a sus hijos a una mafia que controla un siniestro mercado al que llegan muchas parejas deseosas de formar una familia.
La dirección hacia el thriller que adquiere el film termina siendo intrínseca a ese universo que empieza a descubrir de a poco Gaglianó. En ese submundo de ilegalidad, el extraño es marcado como peligroso, alguien que puede poner en riesgo ese sistema perverso. Esto no detendrá a Álvaro, pues su necesidad y desesperación para poder darle a su mujer un hijo es su principal motor. Y quizás esta fuerza de voluntad es lo que hace crecer dramáticamente el film y lo aporta gran verosimilitud.
El hijo buscado (2014) se apoya en un sólido y atrapante guión, pero es también la elección formal la que termina por otorgarle al film su valor artístico. La cámara en mano siguiendo de cerca a Álvaro aumenta el suspenso, pero también es un recurso para penetrar en su cabeza. La película no juzga pero sí abre un debate ético: ¿qué se está dispuesto a hacer y a perder para conseguir un hijo? No necesita de grandes diálogos la película, porque el director consigue que el sonido, las actuaciones y su cámara hablen por sí solos.
Más allá de su calidad técnica y estética, películas como esta son también necesarias para generar debates que todavía están ocultos o que a cierta gente no le conviene que salgan a la luz. No hay trata sin clientes, claro está. Pero esta situación es también responsabilidad del Estado que incrementa cada vez más la burocracia para las adopciones, favoreciendo un sistema paralelo, ilegal y peligroso pero que cada día es más demandado.