Las decisiones y sus consecuencias
¿Qué puede implicar tomar el camino de la adopción ilegal cuando el Estado se convierte más en una barrera que una ayuda para concretar el sueño de adoptar? El hijo buscado se zambulle en esta premisa casi enseguida, con sólo unos minutos de introducción, centrándose en un matrimonio que frente a todos los obstáculos burocráticos, decide adoptar ilegalmente un bebé.
Será el esposo el encargado de viajar hasta un pueblo en Misiones, donde se irá topando con todo un entramado de corrupción y abusos, con una salida cada vez más dificultosa de encontrar y la creciente sensación de que el hijo que ansía junto a su mujer le costará mucho más que diez mil dólares.
El reducir el protagonismo a sólo un individuo, a la mitad de esa pareja, en este caso el hombre, le suma al relato cohesión y fluidez, aunque le quita dualidad y, especialmente la perspectiva femenina. Lo cierto es que tanto las virtudes como los defectos se potencian y restan entre sí, porque la historia está contada un poco a los tropezones, con algunas arbitrariedades del guión -hay ciertas decisiones del protagonista o de los miembros de la organización criminal que no terminan de entenderse- y tiempos muertos donde la narración se estanca. Pero a la vez la película tiene para ofrecer un puñado de secuencias donde se delinean climas asfixiantes y hasta paranoicos; un aprovechamiento del espacio (incluso el que está fuera de campo, como en la escena del nacimiento) bastante efectivo, que aporta a la compenetración del espectador con lo que se está narrando; y una digna interpretación de Rafael Ferro, quien carga con el protagónico aplicando el tono justo, con un rostro que en sus expresiones dice mucho más que sus palabras.
Es cierto que sobre el final El hijo buscado se muerde un poco la cola y cae en cierta moralina innecesaria, que a la vez termina disolviendo un poco uno de los aspectos más terribles que tiene el negocio de las adopciones ilegales: para que haya una oferta tiene que existir una demanda, es decir, un vendedor para un comprador. Aún así, no deja de ser un ejercicio interesante, que se atreve a combinar las herramientas narrativas del thriller con un tema claramente vinculado al imaginario socio-cultural de nuestro país. El director Daniel Gagliano, en su primer largometraje de ficción, muestra talento y arrojo, aunque eso no quita que deba seguir perfeccionando su mirada sobre el mundo y la forma de contarlo.