Lazos familiares peligrosos en un sutil drama francés
Este pequeño drama franco-canadiense tiene la cualidad de plantear una historia distinta sobre los lazos familiares y lo hace a través de una trama que podría haber caído tanto en el policial como en el culebrón, pero a la que por suerte el director Philippe Loiret equilibra con sensatez para lograr un tono propio.
Pierre Deladonchamps vive una vida tranquila en Paris cuando lo llaman desde Canada para decirle que su padre, a quien nunca conoció, y del que nunca supo absolutamente nada, ha muerto, y que pidió que le manden una encomienda desde Montreal Pero, luego de tamaña noticia, el "hijo de Jean" no espera el envío y directamente cruza el Atlántico para descubrir al mejor amigo de su padre, y que ante los acontecimientos su presencia no es grata ni cómoda, sobre todo para sus dos hermanos que no sabían nada de su existencia. Para colmo, el tal Jean murió de un supuesto ataque cardíaco a bordo de un bote, pero su cuerpo se hundió en un lago, y su ausencia genera lógicos problemas para la herencia.
El argumento va filtrando de a poco varias sorpresas para concentrarse finalmente en la relación entre el protagonista y el amigo de su padre (un excelente Gabriel Arcand) y su familia. Sólidamente actuada, "El hijo de Jean" apunta a la emotividad sin abusar de los golpes bajos, lo que en estos casos es todo un logro.