PADRE EN CONSTRUCCIÓN
La película de Philippe Lioret se desarrolla con claridad y justeza narrativa desde su premisa: Mathieu se entera que su padre biológico, a quien nunca conoció, ha muerto y le ha dejado un paquete/herencia. Por lo cual decide viajar a Montreal al funeral para conocer a sus hermanos, aunque en realidad entendemos que va en búsqueda de la construcción de la figura paterna ausente. O sea, otra historia acerca de la elaboración de una ontología personal que tanto abunda en el drama indie, y en el drama en general.
De todas maneras, Lioret no deja que lo convencional del argumento, que puede llegar a ser un poco predecible, degrade su película en un festival de lo correcto y esperable. Valiéndose de un excelente pulso narrativo, capaz de hacer avanzar la trama con ritmo y sutileza; y de unas actuaciones que de sobrias pueden llegar a confundirse con frías, pero que nunca llegan perder la humanidad; el director va dejando entrever en El hijo de Jean un melodrama subterráneo, no oculto pero si disfrazado con elegancia.
Las interpretaciones de Pierre Deladonchamps (Mathieu) y Gabriel Arcand (interpreta a Pierre Lesage, el amigo Jean) son fundamentales a la hora de sostener el relato tal como lo quiere mostrar Lioret; no solo porque son los que están más tiempo en pantalla, sino también porque a través de la sobriedad de las interacciones entre estos personajes vamos descubriendo los detalles de la trama que acarrean ideas acerca de los vínculos parentales y de hermanos. En esa línea, lo que se nos dice en El hijo de Jean no difiere demasiado de lo que expresa Nicolas Stoller en su Cigüeñas (2016), por mencionar un ejemplo: la necesidad vital que tenemos todos de tener figuras maternas y paternas, y cómo esa figura puede construirse alrededor de cualquiera, porque definitivamente las paternidades son una construcción o una idea, todos somos hijos y todos somos padres potenciales mas allá de la biología.
Es cierto que a medida que nos acercamos al final, El hijo de Jean comienza a acumular, quizás innecesariamente, una serie de situaciones melodramáticas que contrastan un poco con el tono general del film. Además hacen algo de ruido algunas revelaciones finales. Aún así, la solidez de la propuesta de Lioret que se manifiesta desde el principio encauza la película hasta un final interesante a pesar de los exabruptos del melodrama. Hay un par de miradas, mucho queda por decir pero no hace falta, ahí gana la sutileza.