Papá está siendo cazado
El hijo de Piegrande (The Son of Bigfoot, 2017) es una película animada belga-francesa dirigida por Ben Stassen y Jeremy Degruson. Está escrita por Bob Barlen y Cal Brunker. Cuenta con las voces originales de Pappy Faulkner, Christopher L. Parson, Joe Ochman y Sandy Fox.
El joven Adam desde siempre se sintió diferente y esto se acentuó aún más cuando un día ve que su pelo crece a una rapidez mayor de la normal como también sus pies, a los cuales ya no puede mantener dentro de sus zapatillas. Él fue criado por su madre, que le dijo que su padre había muerto. Pero cuando Adam descubre unas cartas que verifican que su mamá se sigue hablando con su papá, él se enoja y emprende un viaje para encontrarlo. Adam descubrirá que su padre es el mismísimo Piegrande, un hombre peludo que tuvo que refugiarse en la naturaleza para sobrevivir. Esto se debe a que la corporación HairCo lo busca desesperadamente para realizar experimentos en él, ya que su ADN es diferente. Padre e hijo, junto a algunos animales amigos, deberán arreglárselas para escapar de los empresarios de HairCo, que sólo buscan hacer el mal.
La película pareciera dividida en tres partes que se diferencian entre sí: Adam siendo burlado en la escuela, Adam conociendo a su padre y por último el rescate de Piegrande atrapado en HairCo. Los dos primeros tramos están muy bien logrados ya que la construcción del niño protagonista hace que nos interesemos en la historia. La animación es atractiva, tanto de los humanos como de los paisajes naturales. Sin embargo es en su tercer acto cuando la película pierde el toque original que venía manejando tan bien: el propósito de los villanos resulta cliché y algo que ya vimos en otras películas.
El bullying está muy presente en el film, tanto como la aceptación de que cada uno es diferente y no hay que avergonzarse por ello. También se deja un mensaje sobre el cuidado de la naturaleza, demostrado a través de un oso, ardilla y mapaches que ven cómo su hábitat se está destruyendo. Otro aspecto bien llevado a cabo es el familiar: la reconexión del chico y su padre es linda de ver, con las cosas que tienen en común y sus formas de interactuar a través de juegos. La música acompaña alegremente lo que sucede en pantalla, aunque a veces la misma tonalidad puede llegar a ser repetitiva.
Cuando los científicos entran de lleno en escena es cuando a los mayores se les va a tornar más pesada esta producción. Desde el comienzo presentimos cuál va a ser su desenlace por lo que el alargue del final se siente innecesario.
El hijo de Piegrande es una película super simple para ver con los más pequeños de la familia. Causa alguna que otra risa y, aunque no quede en el recuerdo, hace pasar un buen rato.