Cuestión de pelo
La última vez que el cine visitó el mito de Piegrande fue a finales de los ochenta con la comedia Piegrande y los Henderson (Harry and the Henderson, 1987), protagonizada por John Lithgow, película que además se alzó con el Oscar de peinado y maquillaje. La parodia fue la clave para comprender la llegada de esa especie de Yeti al seno de una familia tradicional y el choque entre culturas y costumbres, algo que también fue trasladado a la adaptación televisiva del producto.
En El hijo de Piegrande (Bigfoot Junior/The Son of Bigfoot, 2017) coproducción Franco/Belga, dirigida por Ben Stassen y Jeremy Degruson, el acercamiento es otro: es una oportunidad para aggiornar temas urgentes como el bullying y otros tópicos relacionados a la familia y el amor filial para entretener a los más pequeños.
Adam es un niño cuya rutina en la escuela se ve afectada por el maltrato y acoso constante que recibe del bravucón de turno y su grupo de influenciados secuaces. A pesar de mostrarse comprensivo e intentar dialogar con ellos, las maldades no se detienen: van de esconderle materiales de estudio, utilizar su mochila como pelota de básquet, o pegarle chicles en el cabello. Al regresar a su casa, y para despegar la goma de mascar adherida, decide cortar su cabellera por completo.
Cuando despierta al día siguiente, su cabello se ve más largo aún que el día anterior, sin comprender lo que pasa, utiliza un viejo gorro perteneciente a su padre, quien desapareció tras ser perseguido en una expedición en la selva cuando era pequeño. Por otro lado, el villano dueño de una empresa llamada HairCo, especializada en desarrollos científicos para curar la calvicie, detecta en Adam la posibilidad de avanzar en su negocio, como así también, en descubrir el vínculo que éste tiene con la leyenda de Piegrande (y no sólo por los pies).
Dinámica y entretenida, el guion hace hincapié en la personalidad despierta e indagadora del protagonista, a la vez que lo enfrenta con obstáculos y villanos en dos planos (infantil y adulto) a medida que descubre su verdadera identidad e historia.
El ingenio puesto en el plot, imaginado por Bob Barlen y Cal Brunker (Locos por las nueces 2), permite que la tensión entre la búsqueda de Adam y los cambios en su anatomía, puedan construir un relato sólido en todos los planos. La lograda animación, como así también la utilización del CGI para producir escenarios casi reales, otorgan otro punto a favor para El hijo de Piegrande, película que además ofrece, con un mensaje positivo, una mirada diferente a la problemática del bullying, la identidad, las diferencias y, principalmente, la vida en familia.