Estamos en plena Segunda Guerra Mundial. En un campo de concentración, varios judíos húngaros deben trabajar casi como esclavos para los alemanes, con tal de que no los maten. Así lleva sus días Saúl, recogiendo los cuerpos de los muertos en las cámaras de gas. Pero un día se da un pequeño milagro en tan horrible lugar; un niño sobrevive a la cámara, pero es matado rápidamente por los médicos. Ahora Saúl hará lo imposible para darle un entierro digno al chico, poniendo su propia vida en peligro.Es bastante difícil hacer una película dramática sobre la Segunda Guerra Mundial, desde el lado de los judíos, sin caer en el lugar común o los golpes bajos para emocionar al espectador. Así que si entre los lectores al leer la sinopsis pensaron que El Hijo de Saúl viene por ese lado, voy avisando que por suerte no; no recurre a tan baja herramienta.Si, hay imágenes extremadamente fuertes y no aptas para gente sensible, pero uno de los grandes aciertos que tiene El Hijo de Saúl es el estilo de dirección que decidió usar el realizador László Nemes (también es uno de los guionistas). Así es como a lo largo del film vamos a ver varios planos secuencias mientras Saúl recorre este infierno terrenal, y de fondo como los nazis exterminaban gente de las maneras más brutales que se puedan imaginar.Pero los planos secuencias no están solo para disimular la dureza de las imágenes. También sirven como forma para entender ese laberinto de horror en el que tiene que vivir Saúl y sus compatriotas si no quieren morir; un día a día que es una tortura en sí misma.Pero El Hijo de Saúl no solo se fundamenta en una muy buena dirección, si no también en el enorme trabajo que realiza Géza Rohrig al componer a nuestro protagonista, Saúl. En él no solo vemos lo que tienen que padecer esta nueva versión de esclavos, sino la obligación y el deber que se autoimpone Saúl al ver una mínima cuota de esperanza de salir de dicho infierno.El Hijo de Saúl así se aleja bastante de las temáticas que suelen tocar esta clase de films ambientados en la Segunda Guerra Mundial, y nos propone una nueva perspectiva, donde alguien intenta hacer una última buena acción a sabiendas que en cualquier momento puede morir ya que su vida no depende de él.Es entendible que muchos no la miren en el cine, o directamente no la vean nunca, debido a la sobrecarga de películas similares que se vienen viendo últimamente, en especial en las semanas previas a los premios Oscar; pero El Hijo de Saúl tiene los suficientes méritos para tener personalidad propia y despegarse de ese grupo; proponiendo algo nuevo a la mayoría de los espectadores.Para aquellos que le escapen a los tanques comerciales o ya se vieron la mayoría de los films nominados a la categoría de Mejor Película en los Oscar, El Hijo de Saúl es una buena opción para ver algo distinto en un género que pareciera estar sobrecargándose.