Había leído mucho de la ópera prima de László Nemes, "El hijo de Saúl", luego de haberse alzado con varios premios importantes en Cannes (recientemente ganó el Golden Globe como mejor película extranjera además). Se la destacaba como controversial, potente y disruptiva. De hecho, muchos periodistas sostenían que esta es una obra particular, no sólo por la áspera temática (la vida en el más famoso campo de exterminio nazi) sino por la manera en que seguíamos al personaje principal en su principal cometido (lograr un entierro digno para un niño).
Sonaba mucho, en esos textos a los que accedí, esto de la "manipulación" del espectador. Digamos, una estrategia conciente del realizador para "forzar" a seguir la trayectoria visual desde un estado de conciencia único, que es la perspectiva de Saúl para narrar su recorrido. Nemes es muy hábil para transmitir lo que quiere: rodó en 35 mm y eludió el digital. Se propuso utilizar 4:3 para contar su historia y eso repercute en la pantalla, la sentís cuadrada y no podés ver los costados, donde (te anticipo) encontrarás mucho de lo que aparece en los libros sobre el exterminio, con la clara intención de que no te dejes llevar por el horror todo el tiempo...
La gran candidata a ganar el Oscar este domingo (ya sabés que Hungría está expectante con este tema), cuenta la historia de un judío de esa nacionalidad Saúl, que trabaja en Auschwitz. Su labor, es inaceptable para nuestra concepción moderna (es imposible imaginartela, realmente): lleva y trae prisioneros a la cámara de gas y luego despeja el espacio físico de lo que allí queda (se ocupa del desplazamiento de cadáveres.
Saúl (una sobrecogedora actuación de Géza Röhrig) un día dará con el cuerpo de un niño en esa fosa común, y se convencerá de que ese es su hijo, razón por la cual, hará todo lo que esté a su alcance para darle un entierro digno, según los rituales de su pueblo.
Nemes ofrece una cinta que conmueve y estremece. Si algo tengo para decir, es que no es de las cintas que elegís para ver cuando salís con tu novia o estás con el ánimo bajo. La fuerza del relato erosiona la emocionalidad del espectador y va produciendo una sensación de angustia en el pecho, (para quienes se apropien de la historia) inquetante. Hay demasiada muerte, demasiada tortura y dolor, en esta cinta, para recomendarla abiertamente.
Sí, debemos decir que con todo lo que ya dijimos, es un film que nos vuelve atrás en el pasado a reconocer el horror del nazismo y darle una justa dimensión. Aquí hay mucho perturbador para exhibir y si bien Nemes ya plantea ciertas restricciones para explorar el campo visual, lo cierto es que en ese recorte, potencia otras, que también genera su onda expansiva dentro del concierto que estamos presenciando...
Muy cruda, sólidamente filmada y con un elenco ajustado y solvente. Una película que hay que ver, siempre que estés con el ánimo dispuesto a viajar a un pasado muy doloroso del que poco se habla ya...