El director de El patrón, radiografía de un crimen, Sebastián Schindel, regresa esta vez con una adaptación que Leonel D’Agostino hace de un cuento de Guillermo Martínez, Una madre protectora. El hijo cuenta una vez más con protagónico de Joaquín Furriel.
Lorenzo (Joaquín Furriel) es un artista plástico que, después de un pasado alcohólico y de que su ex mujer se llevara a vivir con ella al exterior a sus hijos, se encuentra sobrio, en pareja y buscando un hijo. Ella es una bióloga noruega y se la percibe siempre un poco fría. Aun así sus amigos Renato y Julieta la reciben de buenas maneras en su círculo, pero cuando queda embarazada empieza a encerrarse, hasta dejar afuera al propio Lorenzo en cuanto a muchas decisiones. Una de las cosas que elige es tener un parto casero y para ello llama a una señora mayor que fue la partera que asistió a su madre.
Estas dos mujeres hablan entre ellas en un idioma que Lorenzo no comprende y lo van aislando (perturbadora resulta una escena de parto a la cual no asistimos). La casa en la que viven se convierte en algo más que un refugio, casi una cárcel. Una vez que nace, la madre se obsesiona con que su hijo no se enferme y lo mantiene encerrado y a oscuras, lejos de médicos y lejos de cualquier actividad normal de una pareja que acaba de tener un hijo.
Todo esto va creando en Lorenzo la idea de un horror invisible pero perceptible. ¿Hay algo raro o es en cierto modo normal que una madre primeriza resguarde así a su hijo? Si bien el film sigue casi todo el tiempo el punto de vista de Lorenzo, las situaciones que lo rodean generan diferentes perspectivas. En eso juega un papel primordial el personaje que interpreta Martina Gusmán, una mujer que intentó ser artista (así conoció a Lorenzo), mantuvo una relación, y hoy se encuentra en pareja con su amigo Renato, también buscando un hijo que no llega, y convertida ahora en abogada. Porque cuando Lorenzo ve a su hijo con fiebre se lo arrebata a la madre y lo lleva al médico y ella le hace una denuncia por violencia de género.
El hijo tiene una estructura similar a El Patrón, radiografía de un crimen, donde los tiempos van y vienen para ir construyendo la trama desde el pasado y desde el presente: Lorenzo en problemas con la ley y acusado de problemas psiquiátricos al no reconocer a su hijo; y el Lorenzo previo, desde que intentan quedar embarazados. El guion está escrito por Leonel D’Agostino, quien hace un muy buen trabajo al adaptar el cuento de Guillermo Martínez (autor que ya había sido llevado a la pantalla grande ni más ni menos que por Álex de la Iglesia), cambiando un poco la construcción de los personajes que los rodean ya que la obra original cuenta con un narrador que funciona muy bien de manera literaria pero probablemente no así en una película. El hijo consigue momentos de mucha tensión y suspenso, sólo pierde, en comparación, con respecto a la ambigüedad buscada ya que, al seguir siempre la historia desde los ojos de Lorenzo, a veces resulta difícil dudar.