Bellísima historia sobre un amor retorcido y fatal. Llena los ojos con su inspirada puesta en escena. Y nos invita a reflexionar sobre esos amores que juegan peligrosamente entre el sometimiento y el dominio. Intenso y sutil, nada sobra en este elegante y perverso melodrama que habla del juego de poder que desnuda toda pasión. Está ambientado en el taller de costura de un gran modisto. Y deja ver, detrás de tijeras, pinchazos y pespuntes, la entretela de una relación de pareja que se prueba, se viste, se cose y se deshilacha a cada paso.
Estamos en Londres, en la década del 50. Reynolds, un modisto de éxito, es un solterón empedernido o que vive añorando a su madre muerta. Convive con su hermana, otra solitaria implacable. Un día (la escena es una lección de cine) conocerá en un bar a Alma, una mesera, una muchacha simple, alejada totalmente del mundo refinado de este tipo detallista, a ratos insoportable, engreído y maniaco. Y se la llevará. La usará primero como maniquí. Le tomará medidas, la irá modelando a su antojo. Después será su amante y al final será su musa, su dueña y su abrigo final.
Estamos en Londres, en la década del 50. Reynolds, un modisto de éxito, es un solterón empedernido o que vive añorando a su madre muerta. Convive con su hermana, otra solitaria implacable. Un día (la escena es una lección de cine) conocerá en un bar a Alma, una mesera, una muchacha simple, alejada totalmente del mundo refinado de este tipo detallista, a ratos insoportable, engreído y maniaco. Y se la llevará. La usará primero como maniquí. Le tomará medidas, la irá modelando a su antojo. Después será su amante y al final será su musa, su dueña y su abrigo final.