Perversa luna de hiel.
El hilo fantasma, dirigida por Paul Thomas Anderson tiene el raro privilegio de ignorar todas las tendencias y modas del cine actual y se erige como una obra personal más allá de la época. El hilo fantasma no dice absolutamente nada sobre el mundo actual como tal. Es una película que se dedica de forma obsesiva a describir a sus personajes y su entorno, ignorando todo lo que esté fuera de él. En ese aspecto, y de forma no muy sorpresiva, terminando siendo una película más transcendente.
La historia transcurre en los años 50, en el Londres de la postguerra. Woodcock es la casa de moda más prestigiosa en el Reino Unido. Es el centro de la moda británica y viste a las mujeres más importantes de la alta sociedad. El diseñador Reynolds Woodcock (Daniel Day Lewis) es el genio detrás de todo esto. Es un hombre obsesivo, maniático al extremo, que lleva una vida solitaria, solo acompañado por su hermana Cyril (Lesley Manville) que lleva nota de todo lo que el necesita para concretar sus diseños. Hasta que un día se cruza con Alma (Vicky Crieps) una camarera en un restaurante en una ruta. Ella se transformará en su amor y su musa, lo que amenaza con trastocar todo el mundo de Woodcock.
Uno imagina que a cierto nivel de cine, todos los directores conocen su oficio y hacen las cosas bien, pero eso no impide destacar que Anderson maneja los tiempos de la narración y se hace eco de la obsesiva precisión de su protagonista en cada una de las escenas. El vestuario inevitablemente es uno de los elementos más importantes de la película, y todas las ideas giran en torno a esto. Sin embargo el tema principal de la película es el vínculo destructivo entre dos personas, la relación de poder que se establece en esta pareja formada por Reynolds y Alma, con un único testigo parcial que es Cyril. Paul Thomas Anderson declaró que Rebecca de Alfred Hitchcock fue su fuente de inspiración, por lo que no será necesario subrayar las similitudes parciales entre ambos films. Sin embargo, la película recuerda por momentos films de relaciones perversas de ida y vuelta, como por ejemplo Bitter Moon (1992) la gran película de Roman Polanski. Sería tranquilizador decir que el film habla de personas enfermas y cerrar la puerta allí, pero justamente –y como ocurre con Alfred Hitchcock- el verdadero mérito de la película es que se trata de una versión muy sofisticada y profunda sobre las relaciones entre las personas en general. La locura y el exceso enfatizan los temas porque de eso se trata hacer una obra de arte, pero en el fondo no deja de ser una lupa que se cuestiona los vínculos en general.