En El hilo rojo se vive un amor demasiado atado a las convenciones
En El hilo rojo hay dos protagonistas excluyentes: el enólogo, que encarna Benjamín Vicuña, y la azafata, interpretada por la China Suárez. Se conocen en un aeropuerto en la escena inicial de la película, se besan por primera vez en pleno vuelo y de ahí en más se encontrarán y desencontrarán a lo largo de casi una década, transformándose en prueba viva de la veracidad de la conocida mitología oriental que habla de ese hilo entre dos personas que se puede enredar pero nunca cortarse.
La película arranca como una comedia romántica ligera y va virando de a poco hacia el melodrama. En los dos terrenos elige la mesura: no hay un humor demasiado subrayado ni sucesos excesivamente dramáticos en el film de Goggi, la misma directora de la exitosa Abzurdah, también con la China Suárez, acompañada esa vez por Esteban Lamothe. Esa inclinación por evitar los excesos favorece por momentos al film y lo vuelve demasiado apagado en otros. El hilo rojo es una película más conservadora que Abzurdah, luce demasiado atada a esquemas conocidos, sobre todo en sus tramos más "serios". Pero aún ajustándose mayormente a los mandatos del género, podría haberse permitido algún desliz, alguna grieta que le permitiera respirar, volar un poco más libre. Combinar el beso bajo la lluvia que prescribe el manual con algún otro condimento un poco más inesperado, aprovechar mejor la posibilidad de una pareja protagónica que luce suelta y con química para generar alguna situación algo más anómala.
El runrún mediático alrededor del romance entre Vicuña y la China seguramente será un motor poderoso que impulsará el rendimiento comercial (apuntalado además por un decidido product placement) de esta película que también cuenta con correctos trabajos del español Hugo Silva y Guillermina Valdés en los secundarios. Había margen para asumir algún riesgo. Pero, más allá de alguna escena erótica osada para sus estándares, primó la lógica de este tipo de cine, muy reacio a alejarse de las convenciones, aún con la protección de un aparato de marketing que por lo general no falla.