El filme, con la fotografía de Sol Lopatin* que parece sacada de un comercial televisivo, emula a la perfección paisajes atractivos que nos tientan a los espectadores como a los personajes. Son ambientes que, vistos como lugares turísticos, atraen a la mirada. Y ésta es la mayor fortaleza de la película. Va de Argentina, a Chile y Colombia con una fluidez y atención a los paisajes que atrapan. El problema reside en que ahí se queda la película: es una postal de estos amantes que coinciden en diversos lugares, amantes consumistas y consumidos por la aparente pasión.
De por sí las actuaciones acartonan los encuentros entre los personajes. No hay química sino una excusa para los encuentros amorosos. No hay drama sino diálogos comunes que no llevan a momentos que interesen. Benjamín Vicuña, Guillermina Valdez, Hugo Silva y María Eugenia Suárez se encuentran ante personajes que cometen los errores típicos en el amor y que dicen las mismas palabras de los amantes torpes. No son personajes enfrentados por ellos mismos, sino por circunstancias que olvidaremos con facilidad.
De tal manera, el guión no es más que una excusa para enredar el hilo, tensarlo y, a ratos, distenderlo. No es una trama orgánica, sino un artificio para que siga en movimiento la acción; un movimiento aparente que apenas se ve aliviado por la música y uno que otro toque de humor brindado por quien interpreta la amiga de Abril (Suárez). Incluso el final no hace más que complicar sin razones sustentables la película. Quiere dejar en suspenso la trama, aunque todo parece "destinado" a que haya un final feliz. Será un final feliz que satisfaga a los protagonistas sin que haya mucho conflicto ni diálogos que nos hagan pensar.
Por otro lado, la música resalta el melodrama con tonos que recuerdan a rato a la composición de Michael Nyman para The End of the Affair (Neil Jordan, 1999). Es una música que empantana el fluir de la película con un ritmo que desentona.
Lo que terminamos viendo en el filme es la serie de encuentros y desencuentros de estos amantes para enamorarse, amantes que no se diferencian de gente común a pesar de lo bellos que son. A fin de cuentas, serán amantes olvidados por los mismos paisajes que visitan.
*Es un placer ver mujeres en la escritura del guión y tras la cámara entre oficios tan llevados por la mirada masculina.