Un drama que se enreda
Una leyenda china cuenta que un hilo rojo invisible conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romperse.
Abril (Eugenia Suárez) es una azafata que sueña con viajar por todo el mundo antes de los 25 años. Manuel (Benjamín Vicuña) es un enólogo que viaja a una competencia internacional, ambos se cruzaran escuchando música en el aeropuerto, coinciden en el mismo vuelo donde se besan apasionadamente y prometen verse al aterrizar para ir a almorzar. Un hecho hará que no puedan cumplir con el encuentro.
Siete años después ambos volverán a encontrarse en Cartagena, Colombia, pero ahora los dos están casados: ella con Bruno (Hugo Silva), un rockero español exitoso con el que tiene un hijo; él con Laura (Guillermina Valdez), y también tiene una hija pequeña. En la ciudad caribeña dejarán que se despierten los sentimientos más intensos en ellos pero con conciencia de que todo lo consiguieron esos años, incluidas sus familias, están en juego.
Basada en la atractiva leyenda china y con una historia interesante, la película plantea un amor que supera todas las barreras dado existe una conexión especial entre dos personas, pero no logra llevarlo del todo bien.
Con algunos baches en el guion y escenas un poco largas por demás, hace que se vuelva pesada y atrasa la resolución del dilema que se le plantea a la pareja. Además una parte del relato en Cartagena la emparenta con Un buen día y para quienes vieron esa película se les va a hacer imposible tomarse esos momentos en serio.
En actuaciones los momentos más logrados son de Benjamín Vicuña, y por su parte Eugenia Suárez saca una veta actoral más adulta que por cuestiones de historia no pudo demostrar en Abzurdah, y que combinada con la química con su compañero, lleva el sufrimiento del personaje a buen puerto. En cuanto a los personajes secundarios ambos cumplen pero Guillermina Valdés se destaca como la amorosa mujer del personaje de Vicuña.
Técnicamente correcta y con la fotografía de Sol Lopatín como destacado, Daniela Goggi logra dar una película bien filmada, pero con problemas narrativos, lo que no impide que entre a dar batalla dentro de la industria local en la que son muy pocas las mujeres y solo hay un puñado de nombres reconocidos entre los que se destacan Lucrecia Martel, Anna Katz y Lucía Puenzo.