El hilo rojo (2016) está basada en una antigua leyenda china, según la cual hay personas predestinadas a estar juntas. Eugenia Suárez y Benjamín Vicuña protagonizan una película dirigida por Daniela Goggi, en la que se ponen de manifiesto, de forma liviana, diferentes tópicos como el destino, los deseos y el amor.
Abril (Eugenia Suárez) y Manuel (Benjamín Vicuña) se conocer en un aeropuerto. Las casualidades, o el destino, hacen que suban al mismo avión: ella es azafata y él pasajero. Durante el vuelo charlan y no pueden negar la atracción que siente el uno por el otro, razón por la que deciden encontrarse en migraciones cuando lleguen a tierra firme. Pero una circunstancia inesperada no permite que se vuelvan a ver en ese momento, sino que el reencuentro se produce 7 años después en un viaje a Cartagena, cuando cada uno ya tiene su familia armada. Manuel está casado felizmente con Laura (Guillermina Valdés) y Abril con Bruno (Hugo Silva).
El film de Goggi parte de un supuesto atractivo: la existencia de un hilo rojo que une a aquellas personas que están destinadas a estar juntas, sin importar tiempo o lugar, y que aunque se estire o contraiga jamás se corta. La idea es idílica y podría funcionar, pero el producto final resulta vacío y poco interesante.
Estéticamente las escenas se asemejan a las publicitarias. Porque la mayoría son primeros planos en los que los protagonistas se ven bellos, casi perfectos. Y aunque tienen algunas disyuntivas, toda la película sigue esa línea, bastante alejada de la verosimilitud.
Vale mencionar que durante la filmación existió un hecho personal entre Suárez y Vicuña que provocó que se hablara mucho de la película. Y su relación amorosa se entrecruza con la que se plantea en El hilo rojo porque es difícil, en este caso, diferenciar ficción de realidad (en especial por el tono de las escenas de sexo).
Goggi puede tener buenas intenciones, pero el argumento no acompaña y se queda en la superficialidad. Al igual que un ovillo que se desenreda fácilmente.