El Hilo Rojo es una película que está en boca de todo el mundo más por el escándalo ocurrido tras bambalinas entre sus protagonistas que por la película en sí misma, y considerando el visionado del producto terminado, llego a la conclusión de que la historia de ese affaire es más interesante que el de la propia película; algo a lo que van a tener que sacarle jugo de naranja ya que el producto, por sus propios méritos, no les hace ningún favor.
Se contrae, se estira, se enreda… y se rompe
El Hilo Rojo cuenta la historia de Manuel y Abril, que se conocen en un vuelo a Madrid. Coqueteo va, histeriqueo viene, la cosa termina en un acalorado hockey de amígdalas que parece ser la antesala a un mambo horizontal de antología, pero que no llega a producirse por un problema de seguridad una vez llegados al aeropuerto. No obstante, se encuentran siete años más tarde, para tratar de iniciar una historia, a pesar de que ahora ambos están casados y con hijos.
El guión de la película no aprovecha el potencial de su premisa sobre el amor predestinado. No obstante, su problema mayor es que el desarrollo narrativo es tremendamente aburrido, por no decir inverosímil. Las escenas de sexo, que se supone son el punto fuerte de la película, son precoces y antieróticas; esta palta no despierta ni a un muerto, damas y caballeros. Los personajes, lloran, se tiran en la cama pensando, caminan por Colombia, y el poco conflicto que tiene digamos que tiene la pinta de serlo, pero no se siente como tal. Las confesiones no son sufridas y menos que menos meditadas, y las infidelidades no se sospechan sino que directamente se asumen con evidencias que podrían significar cualquier otra cosa. A esto debo agregar que cuenta con un desenlace completamente insatisfactorio por no decir groseramente derivativo.
En lo que al aspecto técnico refiere, la película no tiene nada para ser criticado; bien fotografiado y bien montado. Por otro lado, el aspecto actoral lamentablemente sí deja bastante que desear. Eugenia Suarez no es creíble como una mujer de 30 años, Benjamín Vicuña no puede remontar las cursilerías que le hace decir el guion y Guillermina Valdés parece demasiado forzada. El español Hugo Silva parece ser el único que sale indemne en este apartado.
Conclusión
El Hilo Rojo es una historia que se contrae, se enreda, se estira pero se termina rompiendo por lo flojo de su narración y su aspecto interpretativo. Más que ser una historia sobre una acalorada pasión o un amor predestinado es en realidad —y cito un episodio de Los Simpson— un océano de lujo decadente y sexo sin sentido.
El escándalo detrás de escena muy probablemente le juegue a favor en las recaudaciones del fin de semana del estreno, pero los pingos se verán en el boca a boca, y ahí sí que va a ser difícil sostener a flote un barco que, lamentablemente, hace agua por todos lados.
Eso sí, el mercado de la palta, sin importar el resultado, está de parabienes.