La leyenda china de El hilo rojo habla sobre un lazo invisible que conecta a aquellos que están destinados a encontrarse, sin importar tiempo, lugar o circunstancias. El hilo se puede estirar o contraer, pero nunca romper. Con esta premisa, la nueva película de Daniela Goggi llega a los cines argentinos, después de un rodaje que se vio envuelto en varios escándalos y unas cuantas portadas de revistas de chimentos.
Manuel (Vicuña) y Abril (Suárez) se conocen en el aeropuerto de Ezeiza y se enamoran horas más tarde en pleno vuelo, donde ella es azafata y él viaja a España para un concurso de vinos del que va a participar. El flechazo es tan fuerte que deciden verse una vez que aterricen, pero por una amenaza de bomba en el aeropuerto, ambos se desencuentran y pierden cualquier rastro posible uno del otro. Siete años más tarde, coinciden en un hotel de Cartagena de Indias, donde los sentimientos vuelven a florecer, pero con el problema de que ambos formaron una familia con otras personas.
Lo que durante los primeros 45 minutos parece ser una película romántica, con algunos elementos sólidos (la escena donde se conocen con la música de Amy Winehouse; su encuentro en Colombia bajo la lluvia), se desaprovechan en la segunda mitad, donde el filme se llena de momentos que no conducen a ningún lado y que derivan en un final abrupto que dejará a muchos espectadores insatisfechos.
La leyenda de El hilo rojo es sólo una excusa utilizada como premisa, pero que está forzada para que tenga que ver con el contenido de la película. Los personajes de Suárez y Vicuña se desarrollan muy poco, lo que hace difícil comprender por qué ponen en jaque la relación con sus parejas –que en ambos casos el filme muestra como buenas personas, simpáticas y con un profundo sentimiento hacia sus compañeros-por un amor que no se llega a afianzar, más allá de unos encuentros. La química entre la dupla protagónica es innegable y los llevó a concretar un romance fuera de las cámaras, pero también las escenas que el actor chileno y la China comparten con Guillermina Valdés y Hugo Silva respectivamente, dificultan la tarea de que quien la mire desee que los personajes dejen todo y se entreguen a “su destino”.
Daniela Goggi-que ya había trabajado con Eugenia Suárez en Abzurdah- aborda temas como la infidelidad, el destino, el amor y la culpa, de forma superficial y obvia. La construcción de los personajes y el guión es tan pobre que ni la correcta performance de los actores ayudará a que la película tenga más trascendencia que lo que sucedió unos meses antes en torno a ella.