Despedida a lo grande
El reencuentro con la genialidad de Peter Jackson es una fiesta para los espectadores. En la última película de El hobbit, el director especialista en las historias de la Tierra Media y en la simbología de J.R.R. Tolkien despliega la maquinaria de su imaginación y talento de realizador para reproducir las batallas que clausuran el relato. En manos de Jackson, El hobbit se convirtió en saga.
La película comienza como si el lector hubiera dado vuelta una página. Ahí está el Dragón, incendiando la Ciudad del Lago donde Bardo defiende a los suyos, seres humanos indefensos. Los enanos huyen a la Montaña Solitaria donde Thorin, Escudo de Roble está obsesionado por el oro y próximo a enfermar con el Mal del dragón. Aislado, insensible y codicioso, abandona a los suyos y se niega a luchar junto a los elfos.La película es rápidamente descifrable para quienes conocen la historia original. Para los espectadores desprevenidos, el relato va sumando información que se procesa y cobra sentido cuando comienza la guerra. La preceden bandadas de murciélagos y gusanos come tierra. Todos gigantescos. La oscuridad se adueña de la Tierra Media y sus criaturas, cualquiera sea la forma y el tamaño.
En La batalla de los cinco ejércitos se enfrentan: Thorin (Richard Armitage) y los enanos; los hombres de la Ciudad del Lago, bajo las órdenes de Bardo (Luke Evans); los elfos del Bosque Negro que lidera Thranduil (Lee Pace), el padre de Legolas (Orlando Bloom); las tropas de Azog, el temible orco de Moria.
"El oro vale más que la sangre", dice Thorin, ante el horror de los suyos y de Bilbo, el Hobbit, que toma una decisión desesperada. La guerra es inminente. Jackson dosifica la acción, pero la última película es una monumental batalla que va cambiando de escenarios y héroes. Desde la lucha con el dragón, la destrucción es el sello de la película con la cual el director asegura despedirse del fabuloso mundo de Tolkien.Los efectos están al servicio de la maravilla; aun así, no se desdibuja la fuerza de los personajes. Éstos se enamoran, ven morir a sus seres queridos, pierden su hogar, hacen amigos, conocen la crueldad.
Martin Freeman, Bilbo, aporta el rostro de inocencia y "humanidad", aunque su criatura pueda vivir cientos de años. Richard Armitage es el rey de los enanos, el más trágico de los personajes. También se destacan Lee Pace, el jefe elfo; Aidan Turner (Kili); Ian McKellen, como el inefable Gandalf y la siempre eficiente Cate Blanchett en el rol de Galadriel.Jackson ha vuelto visible, ‘real', el mundo fantástico de Tolkien. Los personajes cobran voz y rostro gracias a la fuerza de la imagen. El hobbit, la saga, mantiene las metáforas sobre la amistad, el valor de la palabra, el amor a la tierra y el hogar. La película propone moralejas, atenuadas por la ambigüedad de la magia y los poderes sobrenaturales, y siempre vuelve al hobbit, tan eterno como la bondad. Mientras chocan montañas y continentes, fuerzas oscuras inmemorables, en el mapa arrugado de la Tierra Media, el personaje sigue siendo, por vía del asombro, "un pequeño en un mundo enorme", como dice Gandalf mientras enciende su pipa.
El hobbit: la batalla de los cinco ejércitos
Acción
Guion: Fran Walsh, Philippa Boyens, Peter Jackson y Guillermo del Toro. Dirección: Peter Jackson. Con Ian McKellen, Martin Freeman, Richard Armitage, Cate Blanchett, Aidan Turner y otros. AM/13. 144 minutos.