La lucha final
Para los amantes de los libros esta tercera parte es, quizas, un cierre innecesario, pero para los productores es el paso final y obligado de una serie de películas que han dejado fortunas en las boleterías.
Llega el último eslabón de la épica fantástica imaginada y plasmada con acierto por Peter Jackson luego de la trilogía de El Señor de los Anillos. Ya en el comienzo se ve al temible dragón Smaug destruyendo una aldea y sembrando el terror en una trama que juega con varias puntas y una terrible guerra que obliga a los enanos, elfos y humanos a decidir si luchar juntos o ver como son destruídos.
Mientras el Rey Thorin (Richard Armitage) se debate entre el Bien, el Mal y un tesoro de oro, Bard (Luke Evans ) protege -arco y flecha mediante- a su familia de varios peligros ante una invasión orca que se prepara para expandir sus fuerzas.
Y en medio de tanta acción, Bilbo (Martin Freeman), junto con Gandalf y el ejército de enanos (acá con menos protagonismo que en el film anterior) , deberá usar el anillo robado para volver a la Comarca y vivir tranquilamente.
El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos es un vertiginoso espectáculo que no decae a lo largo de sus 144 minutos, entregando secuencias de acción bien resueltas como la invasión Orca en todas sus formas y los enfrentamientos cuerpo a cuerpo, al mejor estilo 300.
Y lo interesante de la propuesta es que además de monstruos de todo tipo, aves enfurecidas y una pelea en pleno hielo, nunca descuida la adrenalina: un puente de piedra queda suspendido sobre un precipicio y comienza a destruírse bajo los pies de un ágil Legolas.
Jackson restaura el orden de un mundo que se mueve por sus ambiciones desmedidas y deja la sangre de lado para arribar a un desenlace nostálgico donde la emoción del personaje central se adueña de la platea.
En el elenco aparecen nuevamente Ian McKellen, Cate Blanchett, Hugo Weaving y Christopher Lee, rostros reconocibles de esta nueva entrega inspirada en el best-seller de J.R.R. Tolkien.