El Hobbit y el fin de una aventura
El Señor de los Anillos marcó una época. La adaptación cinematográfica de Peter Jackson que le dio vida a la obra de J.R.R. Tolkien revolucionó la forma de hacer cine, y demostró que la industria moderna puede continuar haciendo épicas y clásicos del cine que perdurarán generación tras generación. Y esta obra maestra atrajo a legiones de fanáticos que aún no estaban familiarizados con el universo tolkiano, y creó una obsesión que aún hoy perdura, en parte gracias al segundo viaje de Jackson a la Tierra Media: El Hobbit.
Martin Freeman encarnó por primera vez a Bilbo Baggins en el 2012. Un Viaje Inesperado fue el comienzo de una nueva aventura que ilusionó al mundo entero, pero que no alcanzó a satisfacer las expectativas de una audiencia universal que había estado esperando este retorno desde El Retorno del Rey en el 2003. La Desolación de Smaug en el 2013 fue un paso en la dirección correcta y un renovado acercamiento al estilo de Peter Jackson, que supo olvidar el desastre de la primera parte de El Hobbit para darle un giro de 180 grados.
Y ahora La Batalla de los Cinco Ejércitos inaugura la cartelera local con una aventura épica que no logra del todo una narrativa fiel e impactante, pero que, sin embargo, cierra con un broche de oro una saga llena de altibajos que nos hace extrañar con creces aquellos años gloriosos cuando la Comunidad del Anillo era la protagonista.
La nueva y última adaptación de Peter Jackson del libro de J.R.R. Tolkien continúa con la aventura por la Tierra Media de Bilbo Baggins (Martin Freeman) y el grupo de enanos liderado por Thorin Escudo de Roble (Richard Armitage). Luego de asesinar al dragón Smaug (Benedict Cumberbatch), el grupo recupera el perdido Reino de Erebor del que los enanos habían sido despojados por el temible Smaug, pero, al sucumbir a la “enfermedad del dragón” – o, avaricia,- Thorin pierde la cabeza.
Por otro lado, otro antiguo enemigo parece haber regresado a la Tierra Media: Sauron, el Señor Tenebroso, quien ha lanzado legiones de Orcs en un furtivo ataque sobre la Montaña Solitaria, que desatará una guerra de varios frentes, con cinco ejércitos que lucharán, cada uno para defender su propio interés. De esta manera, Enanos, Elfos y Hombres deberán decidir si prefieren unirse y dejar sus diferencias a un lado, o morir con su orgullo intacto.
Nueva Zelanda es de nuevo "la cara bonita" de la producción de Tolkien, aunque esta vez el CGI tomó tanto protagonismo que convirtió a esta entrega de El Hobbit en la película más cara de la historia del cine. Y quizás éste sea el problema: esta película es un espectáculo visual impresionante, pero sus épicas escenas de batalla ponen en segundo plano al desarrollo de los personajes. Bilbo y Thorin son quizás los únicos que no son bidimensionales.
Pero el viaje por la Tierra Media llegó a su fin, y la nostalgia logra compensar por todas las fallas de una trilogía que parece haber sido hecha porque sí, por un Peter Jackson cansado y cuya energía parece haberse agotado años atrás con El Señor de Los Anillos. Es por eso que La Batalla de los Cinco Ejércitos, a pesar de todos sus problemas, es un final adecuado, que, con una última reverencia, dice adiós a El Hobbit y al universo que tan arduamente Tolkien tejió, y que Jackson honró, lo mejor que pudo, en el séptimo arte.