Peter Jackson asumió un desafío muy interesante a la hora de decidir adaptar la obra del inmenso Tolkien para la pantalla grande.
Tras Varios intentos fallidos, y una versión animada que tuvo una impronta más relacionada al momento político de los años setenta del siglo pasado, Jackson logró capturar la esencia de los libros que componen una de las primeras sagas literarias de la historia de la narrativa.
Cuando “El señor de los anillos” llegó a los cines hace 13 años, con “El retorno del Rey” se pudo completar la historia y analizar en su totalidad la adaptación que el realizador hizo de la monumental e inabarcable historia del escritor inglés.
Con “El Hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos” (2014) pasa exactamente lo mismo. Como película individual no suma nada nuevo, sigue con sus largas escenas y subtramas innecesarias, pero sirve como un epílogo para cerrar el viaje que Bilbo (Martin Freeman) emprendió en la primera parte de la historia y que fue estirado con “La desolación de Smaug” (cuyo punto más interesante fue un dragón animado por computadora con la voz de Benedict Cumberbatch).
Hay efectos especiales deslumbrantes, hay actuaciones, para variar, soberbias (Cate Blanchett como Galadriel absorbiendo la negatividad de la fuerza oscura), pero no hay una razón de ser que justifique otras casi tres horas que se podrían haber condensado junto con las anteriores entregas.
El principal problema de “El Hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos” radica en la incapacidad por desplegar algo nuevo sobre la historia total.
Su impronta se queda en la representación de todas las películas anteriores condensadas en la impresionante batalla final que con la muerte de uno de los personajes centrales culmina el ciclo.
De la realización Bilbo es justamente el personaje que se destaca, Freeman otorga de una bondad y a la vez inocencia, que por momentos se permite una licencia para la picardía y el engaño, algo que sus compañeros en la travesía reconocen y a la vez admiran, como Gandalf (Ian McKellen), un ser con el que mantiene su entrañable amistad.
“El Hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos” tienen momentos de extrema complejidad y para los espectadores menos avezados en la saga pueden hasta llegar a ser confusos, pero para aquellos que conocen en profundidad la historia, el espectáculo estará a la hora del día.
Peter Jackson y Guillermo Del Toro (guionista), son dos personas que aman la inmortal obra de J.R.R. Tolkien, y eso se plasma en cada fotograma de las películas de la saga, en las imágenes que pensaron digitalmente para la obra, pero en su ambición quizás no terminaron de pensar bien el plan, y sólo respondieron a las negociaciones e intereses económicos de los estudios, generando una trilogía para contar una misma historia.
“El Hobbit: la batalla de los Cinco Ejércitos” está bien, y no más que eso, es el cierre a un arduo proceso que generó miles de adeptos al universo Tolkiano y a las mágicas historias de la Tierra Media, pero en esencia no aporta nada nuevo a una saga que tendría que haber dejado de lado su pretensión y ponerse más del lado del espectador, alguien que hace tres años está esperando cerrar una historia que se dilató mucho más de lo previsto.