El hechizo Tolkien no cesa
El cine de super accion en 3D alcanza niveles inéditos en esta segunda parte de la trilogía de "The Hobbit", con un Peter Jackson decidido a potenciar al máximo, en lo visual, las posibilidades de la literatura de J.R.R. Tolkien.
Como en el film anterior, la historia describe el peligroso viaje de un grupo de enanos junto al hobbit Bilbo para devolver al heredero de su raza, Thorin, su lugar como monarca del reino subterráneo de Erebor, perdido en la temible batalla descripta al principio del film anterior.
Al salir, los acompaña el mago Gandalf una de las grandes composiciones de Sir Ian McKellen--, pero cuando el hechiciero debe tomar otro camino, los enanos y el hobbit tienen que arreglárselas solos en un viaje lleno de peligros, emepezando por las hordas de orcos que matan todo a su paso.
Ni bien empezada la extensa proyección de 160 minutos, Jackson transporta al espectador a paisajes maravillosos (el uso de las locaciones de Nueva Zelanda, ya vistas en la trilogía de "El señor de los anillos", es uno de los puntos fuertes del director de "King Kong") pero sobre todo a lugares terroríficos, como un bosque lleno de espejismos e invadido por las más espantosas arañas gigantes.
El uso del sonido, cuando los personajes se encuentran con las telarañas, es realmente magistral en su creación de suspenso, y una vez que atacan estos monstruos Jackson empieza a dar una verdadera clase sobre el uso del 3D digital, logrando que el espectador salte de su butaca ante el ataque de alguno de estos bichos.
Promediando la película, están las partes más sazonadas con acción, especialmente cuando los protagonistas llegan al mundo de los elfos.Dado que la idea en esta trilogía es terminar alcanzando las nueve horas de metraje para adaptar un único libro de alrededor de 300 páginas, Jackson y sus guionistas no solo tuvieron que arreglárselas para incluir cada elemento de la novela de Tolkien, sino agregar también algunos elementos nuevos o sacados de "El señor de los anillos".
En este caso el aporte es la reaparición del príncipe elfo Legolas (un serio Orlando Bloom), y de una nueva heroína que se roba cada escena donde aparece, generalmente exterminando orcos a diestra y siniestra. Se trata de Tauriel, capitana de la guardia de rey elfo, decidida a salir del reino para combatir los orígenes del mal que los acecha.
El subtitulo del film es "La desolación de Smaug", y todo el final está dedicado al encuentro con el gigantesco y malvado dragón, honor que le toca en principio a Bilbo, pero que luego se convertirá en una lucha a muerte entre la bestia y los enanos. El tamaño del dragón y su capacidad de escupir fuego también están aprovechados al máximo por Jackson, que aquí narra el asunto con la mayor minuciosidad posible, dejando por supuesto la resolución para el tercer film, en un final abrupto pero convenientemente avisado.
En un superproducción tan extensa y rica en situaciones e imágenes es difícil destacar todo, aunque simplemente la dirección de arte para el pueblo construido sobre un lago, o los túneles del reino subterráneo bastarían para recomendar esta gran película de aventuras fantásticas, tal vez lo mejor que haya filmado el talentoso y taquillero Peter Jackson.