Más grande, más heroica, más impactante. Con ese perfil llegó a los cines la esperada segunda parte de la trilogía de “El Hobbit” que nuevamente lleva la firma del neocelandés Peter Jackson. La continuación entra de lleno e inmediatamente en la aventura y la acción, y de eso se trata “La desolación de Smaug” a lo largo de casi tres horas y hasta, literalmente, el último segundo. El libro en el que se basa, de su coterráneo J.J.R. Tolkien y de apenas casi 300 páginas, fue dividido por el director en tres partes. En la primera, “Un viaje inesperado” se presentan los personajes que llegan recargados a “La desolación de Smaug” y de los cuales se conocerá el destino en “There and Back Again” con estreno previsto para enero de 2015 cuando. Jackson creó así un maravilloso prodigio tecnológico y argumental basado en una historia fabulosa escrita en 1937. De aquellos pequeños hobbits que vivían en medio de un clima pastoril, quedan la inocencia y los sentimientos puros, atributos a los que ahora el protagonista, Bilbo Bolsón (Martin Freeman) le sumó -tal como el mismo lo reconoce hacia el final- el coraje y la audacia. Así es como esta parte de la historia se hace más grande y más heroica. Cuando Thorin (Richard Armitage), heredero del reino de Borodor -perdido a garra y fuego del dragón Smaug- se encuentra cara a cara con Gandalf (Ian McKellen) es el punto de partida. La aventura llevará a los descendientes de Borodor, a Bimbo y al hechicero Gandalf a una accidentada marcha hacia la Montaña Solitaria donde el astuto Smaug duerme bajo toneladas de oro. Gran narrador, Jackson se aseguró en el último segundo que nadie se pierda qué pasará con los enanos, el Hobbit, los elfos, los orcos y el mismo reino de Erebor. Para eso Jackson se tomó algunas licencias junto a su equipo de guionistas como es la inclusión de un personaje inexistente en el texto original. Se trata de Tauriel, una elfa bella y valiente interpretada por Evangeline Lilly (Kate Austen en “Lost”) que introduce el romance, algo inexistente hasta ese momento. De ese modo el cineasta abrió una cuarta línea narrativa que se suma a la trama que sigue las aventuras que se desarrollan casi paralelamente en la Ciudad del Lago, en el camino a la Montaña y con Gandalf enfrentándose a las fuerzas de la oscuridad en este deslumbrante entretenimiento que pone el acento en algunos de los valores tradicionales.