Estamos siendo testigos presenciales de un verdadero clásico
Que las peleas entre New Line Cinema y Peter Jackson, que la operación de úlcera, que Guillermo del Toro iba a dirigir y se bajó por todos los líos legales, que el sindicato, que Christopher Lee e Ian Holm filmaban en Londres por problemas de salud… Miles de problemas pero…
Finalmente llegó la primera parte de la tan anunciada y esperada saga de “El Hobbit”. Las otras tienen fecha de estreno para diciembre de 2013 y Julio de 2014. También son producciones de la Wingnut y están realizadas por Peter Jackson, el neocelandés detrás de la saga de El señor de los anillos.
El comienzo de la trilogía se llama “El Hobbit: Un viaje inesperado”. En la primera escena el director nos relaciona con lo visto antes en “El señor de los anillos: la comunidad del anillo”. Todo arranca minutos previos a aquel principio en 2001 con Froddo (Elijah Wood) y Bilbo Bolsón (Ian Holm) en la casa de la comarca esperando por el cumpleaños de éste último mientras se pone a escribir sus aventuras pasadas.
Propios y extraños asistimos a una narración donde se nos cuenta como el reino de los "Enanos" cayó en manos del dragón Smaug. La voz en off nos va pasando por años de mil batallas y nombres legendarios hasta llegar al momento en que Bilbo joven conoce a Gandalf (Ian McKellen), una mañana en la que recibirá a muchos e inesperados visitantes. Entre ellos Thórin (Richard Armitage), el "enano" que erigido líder intenta recuperar, junto a sus fieles guerreros, la montaña solitaria.
A diferencia de todas las anteriores, “El Hobbit” resulta más directo en su relato pues, salvo en una secuencia, no hay lugar para el montaje paralelo que contaba tres y hasta cuatro historias a la vez. Sin embargo hay dos personajes que son los pilares fundamentales de esta parte: la versión joven de Bilbo (Martin Freeman) y Thórin, ambos con Gandalf funcionando como el nexo y a la vez catalizador de todos los hechos. En el mago es donde siempre centramos nuestra atención como si quisiéramos adivinar qué está pensando. Él tiene la información y la dosifica.
Por supuesto que prevalecen la grandilocuencia de los efectos especiales (siempre al servicio de contar la historia); el desarrollo de los personajes que siempre van creciendo durante la acción dramática y, desde ya, la forma narrativa clásica del Hollywood de antaño.
Para los fanáticos, y no tanto, también será una oportunidad para reencontrarse con parte del viejo elenco encarnando los mismos personajes que traerán algunas respuestas sobre la saga anterior. Por caso están Galadriel (Cate Blanchett), Elrond (Hugo Weaving), Saruman (Christopher Lee) y, por supuesto, Gollum, cuya voz es de Andy Serkis, quien vuelve a componer un trabajo extraordinario al servicio de la tecnología pues ninguna de estas producciones sería lo mismo sin él.
En cuanto a los nuevos personajes, digamos que la injerencia de cada uno todavía está por descubrirse, pero es de destacar el trabajo de Martin Freeman como Bilbo de joven. Todo lo que vemos brillar de él en la trilogía anterior se ha producido por un cambio que va de "bicho de comarca" al hobbit entregado a la aventura.
Como ocurría antes, la obra y el accionar de sus protagonistas están muy bien teñidos de los valores presentes en toda la bibliografía de Tolkien: amistad, fidelidad, defensa de los actos nobles, la inclusión y el trabajo en equipo y, en este caso en particular, podríamos agregar las consecuencias de la codicia y el sentido de la pertenencia a algún lugar. Se habla de "hogar" en El Hobbit y la defensa a ultranza del terruño a donde uno pertenece.
Lo bien que hacen el trío de guionistas Philippa Boyens, Fran Walsh y Peter Jackson (a quienes se suma Guillermo del Toro, hombre que en algún momento sonó como el posible director). El rescate de estos valores en una película de este género es uno de los pilares en donde se apoyó la multi-premiación que recibió “El señor de los anillos: El retorno del rey” (2003). Once Oscar de once nominaciones. Todo un récord.
En cuanto a la dirección, Peter Jackson es un artista muy inteligente. Ya maneja de taquito los relatos extensos, pero además sabe de memoria lo que esperan los fanáticos y así ha creado un universo cinematográfico alrededor de la Tierra Media que se auto-alimenta. Al igual que Star Wars poco importa ya lo que digan los críticos o los espectadores de otro tipo de cine. Este tríptico y el anterior se amalgaman perfectamente y conviven sin problemas. En cuestión de segundos somos transportados al mundo que ya conocemos, primero con la banda de sonido de Howard Shore (un clásico) y luego con la estética.
Si en aquel éxito de principios de la década pasada los fanáticos "cuestionaban" algunas omisiones, nadie podrá quejarse de la literalidad de esta entrega. Incluso se agrega un personaje que no está en el libro (sí, en el apéndice creado por el autor de los libros que describe a todos). Se trata de Azog, un Orco que va en busca de venganza.
Por otro lado, si usted jamás vio ninguna y tiene ganas de comenzar, sugiero hacerlo en el cine con “El Hobbit: Un viaje inesperado”, esperar las otras (total si esperó tanto tiempo, un año más…) y luego continuar en casa con el resto.
Porque ya es parte de rica la historia de la cinematografía, porque responde perfectamente a las expectativas, pero en especial porque es cine de gran producción cuya calidad va a la par. Estamos siendo testigos presenciales de un verdadero clásico. Imperdible.