Los 48fps trajo consigo más enojos que aplausos, pero lo cierto es que esta nueva manera de ver cine tiene sus pros y sus contras: la imagen se vuelve demasiado real, cuestión que brilla en los planos generales, en los diferentes paisajes y planos secuencia que el director desarrolla, pero se vuelve innecesariamente detallista cuando la acción sucede dentro de las casas y espacios cerrados, lo que produce que los muchos efectos especiales resalten y queden muy falsos a la vista.