¿Para qué volver a la Tierra Media?
El regreso de Peter Jackson a la Tierra Media con El hobbit: un viaje inesperado es digno de ser analizado en función al legado dejado por la trilogía de El señor de los anillos (tanto la obra de J.R.R. Tolkien como la adaptación cinematográfica) y a la filmografía de Jackson. El problema es que tiene poco y nada para ser analizado por separado. No tiene vida propia.
Tomar esta primera entrega para pegarle gratuitamente a El señor de los anillos sería tan arbitrario como cobarde. Pero no está de más señalar que con los años y nuevas visiones, esa trilogía que catapultó a Jackson como cineasta de renombre ha envejecido un poco, o al menos la ha puesto en un lugar más terrenal. Los tres films eran permanentes juegos de tensiones entre el método descriptivo y pausado -por momentos demasiado, en especial en las primeras cien páginas- de Tolkien y el estilo avasallador del director. Tolkien era un escritor que iba concibiendo su mundo a partir de las pequeñas representaciones, que evocaba o eludía la acción, que iba construyendo las lógicas y causas que llevaban a sus personajes hasta los clímax épicos. Jackson es un promotor de la épica permanente, de los grandes planos, de las grandes batallas en toda su magnitud. Era en Las dos torres donde las dos vertientes narrativas convergían de la manera más acertada, más que nada porque era en ese libro que Tolkien ponía toda la carne en el asador y Jackson conseguía hacer fluir todas las tramas y subtramas. Ese film era y sigue siendo excelente, un clásico instantáneo. Distintos eran los casos de La comunidad del anillo, que caía en unos cuantos pozos, y de El retorno del rey, que fallaba al tener que cerrar todas las historias dentro de la gran historia.
Pues bien, El hobbit: un viaje inesperado funciona como una revisita a la Tierra Media, pero sin mucho sentido, como un grandes éxitos para seguir vendiendo entradas. En el mundo literario, El hobbit poseía sentido porque era un prólogo a El señor de los anillos. En el ámbito cinematográfico, es una mera plataforma para volver a ver a muchos personajes ya conocidos, antes de que llevaran a cabo grandes hazañas, en sus comienzos no tan interesantes. Y encima Jackson comete un error en el que no había incurrido con la primera trilogía, estirando un solo libro a tres películas, algo que ya previamente se podía intuir como un alargamiento innecesario, y que con Un viaje inesperado ya va confirmándose. Si en el guión de El señor de los anillos se dejaban personajes de lado, como Tom Bombadil, y se recortaban capítulos enteros, como el de El saneamiento de la Comarca, en función de la progresión del relato, en esta precuela se introducen figuras emblemáticas que están ahí para deleite de los fanáticos y no mucho más -Saruman, por ejemplo- o se introducen pasajes que estancan la película -en los minutos que transcurren en Rivendel pareciera que se detuviera el tiempo en el peor sentido, como confirmando que los elfos pueden llegar a ser una maldición para el cine-.
Aún queda una duda, vinculada a la filmografía de Jackson. Es cierto que luego de la multitud de elogios que recibió por El señor de los anillos, el realizador vio como sus dos siguientes films, King Kong y Desde mi cielo, no cumplieron con las expectativas comerciales y de crítica (de hecho, la adaptación del libro de Alice Sebold fue un fracaso en ambos frentes). Quizás eso lo llevó a un retorno a lo seguro, a lo ya conocido, también obligado porque Guillermo del Toro, quien iba a ser el director original, se bajó por las demoras en la producción. Pero esta explicación se desbarata bastante cuando vemos cómo los planes iniciales de hacer dos films mutan en tres. Más aún cuando contemplamos Un viaje inesperado y lo que vemos es un film que representa un estancamiento e incluso un retroceso para el cineasta, incluso desde el manejo de los efectos especiales, que lucen muy artificiales y no terminan de convencer.
El hobbit: un viaje inesperado no es mala, porque en ciertos momentos logra apoyarse en la trilogía que le ha precedido en el tiempo, volviendo a meter a los espectadores en un mundo ya familiar; con algunos personajes más que interesantes desde su ambigüedad, como Bilbo (siempre debatiéndose entre la comodidad y la inmersión en la aventura, aprendiendo de a poco a dejar fluir su nobleza) y Thorin Escudo de Roble (que no será Hombre, pero combina el liderazgo desde el exilio de Aragorn con el aura trágica de Boromir); y momentos de humor muy logrados, casi siempre saliendo desde los enanos. Aún así, es una cinta que no consigue respirar con vida propia, y que depende demasiado de sus predecesoras y las futuras entregas.
Nota personal: espero con más ansia al 2015 por la visión de Jackson de Tintín en Prisoners of the sun, que por The desolation of Smaug y There back and again.