Somos parte de una generación que es contemporánea a una de las etapas doradas más importantes que vive el cine comercial moderno, la cual puede resumirse en una sola palabra clave: superhéroes.
Muchos críticos y analistas del cine reconocen que esta etapa se inició en 1998 con el estreno de “Blade” de Stephen Norrington, protagonizada por Wesley Snipes y basada en el cómic publicado por la editorial Marvel, fundada por el mítico Stan Lee en 1939.
La película, que contaba las andanzas de un vampiro que se convertía precisamente en un cazador de los de su raza motivado por la venganza, tuvo un éxito aceptable en términos económicos, pero su mayor acierto fue abrir el camino para las futuras producciones de ese estilo.
Vale destacar que un año antes del estreno de “Blade”, llegaba a los cines “Spawn” de Mark A.Z Dippé, una producción de Warner Bros que intentaba imitar el éxito de “El Cuervo” de Alex Proyas, film taquillero, polémico y bordeado por la tragedia, que se estrenó en 1994.
Tanto “Spawn” como “El Cuervo” eran films que estaban basados también en cómics, creados por Todd McFarlane y James O’Barr respectivamente.
¿Por qué se dejan afuera estos films que también forman parte de la década del 90, al igual que las producciones que Burton y Schumacher hicieron con Batman? Los que saben dicen que no hubiera existido etapa dorada del cine de superhéroes sin el desembarco de los personajes de Marvel en el cine.
Siguiendo con esa linea y ese razonamiento, dos años después del desembarco de “Blade” en la pantalla grande (personaje que continuaría sus aventuras en el 2002 y el 2004) llegaría el quiebre de la mano de Bryan Singer y sus “X-Men“, film que tenia varios puntos en común con el trabajo de Norrigton (por ejemplo el contenido adulto para un publico especifico), pero que a su vez empezaba a diferenciarse y se preocupaba por sentar bases que el cine de superhéroes después se encargaría de respetar.
Por ejemplo, los repartos con actores de peso, el apartado técnico más que cuidado y el respeto hacia las obras originales.
El éxito mundial y rotundo de “X-Men” fue clave para que otros estudios empezaran a comprar derechos de los personajes de Marvel y se decidieran por concretar proyectos que tenían años dando vueltas por las oficinas de los productores.
Entre ellos se encontraba “Spiderman” de Sam Raimi (2002), que al igual que “X-Men” de Singer, con el paso de los años se convertiría en una de las sagas cinematográficas más rentable de la historia del cine.
Actualmente “Spiderman” tiene 4 películas estrenadas (el próximo año llega la quinta) desde su irrupción en el 2002, mientras que “X-Men” tiene 6 películas (el próximo año llega la séptima) desde su desembarco en la pantalla grande en el 2000.
Durante el periodo de tiempo que se comprende entre el 2002 y el 2012, hubo solamente, basadas en personajes de la editorial Marvel, 25 películas. Es decir, un promedio de dos films por año, solamente basada en los personajes creados (directa o indirectamente) por Stan Lee.
Frente a este colosal desembarco de personajes salidos de su principal competidora, DC Comics embistió con tan solo 6 películas en ese mismo periodo, 3 de las cuales fueron rotundos fracasos, mientras que las otras 3 conformaron la mejor (hasta ahora) saga cinematográfica en términos de calidad y eficacia (sobre todo en aspectos económicos y de cosecha de criticas).
Estamos hablando de Batman señores y señoras, ese personaje que Christopher Nolan devolvió a su trono en lo mas alto del olimpo y que es para muchos (entre los que me incluyo) el estandarte y, al mismo tiempo, la cátedra de todo lo que debería hacerse a la hora de adaptar a la pantalla grande a un personaje salido de un cómic.
Batman representa eso y mucho más: Es el caballo de guerra que le hizo frente solitariamente a todo ese despliegue de personajes que hizo Marvel (el cual culminó con “Los Vengadores” de Josh Whedon) y si bien no salió lujosamente victorioso, su mayor éxito radica en haber establecido las nuevas y fortalecidas bases en las que se basará esta segunda mitad de la etapa dorada de los superhéroes dentro del cine moderno, donde DC Comics (devenida en DC Enterteinment al hora de hablar de cine) jugará el rol clave.
Y si bien la saga Batman terminó el año pasado con la espectacular “The Dark Knight Rises“, cual leyenda del fenix, DC Comics hizo el movimiento más inteligente de todos los que tenía a mano y decidió poner a prueba esas bases, fortalecer esos cimientos establecidos por Nolan y su Caballero de la Noche con el primero y el más importante de los superhéroes de toda la historia.
Pónganse de pie señores y señoras porque ahora sí vamos a hablar de Superman, el personaje que nació en 1939 y hasta la fecha sigue siendo un estandarte para chicos muy chicos y grandes muy grandes.
Siguiendo con la premisa de la etapa dorada de los superhéroes dentro del cine y la consolidación de sus películas como un género mismo a partir del 2002, seria ilógico hablar de las primeras producciones que se hicieron con el hombre de acero, o ir más allá de la aceptable “Superman Regresa” de Brian Synger (2006).
Sin embargo, seria injusto también de nuestra parte tratar de hablar de “Man of Steel” de Zack Snyder sin referirnos a las grandes influencias que recibió por parte de “Superman” (1978) y “Superman II” (1980) de Richard Donner (la segunda dirigida en conjunto con Richard Lester).
David S. Goyer (guionista del film), Snyder (director) y Nolan (productor del film) sacaron lo mejor de aquellas dos historias y la combinaron en un solo relato que sirve para presentarnos algunos de los hilos más importantes que puede ofrecer el ultimo hijo de Krypton. Es decir: El por qué tuvo que abandonar su planeta de pequeño, su difícil adaptación al planeta tierra (sobre todo a los humanos), la incansable búsqueda de su verdadera identidad y su enfrentamiento con el poderoso General Zod.
Esos aspectos son los que los tres realizadores del film (Goyer, Snyder y Nolan) aplican a un esquema calcado y a prueba de fuego, como lo es el de las películas de Batman, para contarnos de la mejor forma que se hizo hasta ahora, los inicios de este personaje tan popular como lo es Superman.
Ahí radica el principal acierto de este film, en elegir que es lo que se va a contar dentro de la amplia variedad de aristas que ofrece el personaje (merito de Goyer). Obviamente el cómo se lo cuenta también juega un rol central, aunque en este aspecto son dos los responsables (aciertos de Nolan y Snyder).
“Man of Steel” podría dividirse, al igual que un libro, en 4 grandes capítulos, que a medida que avanza el relato van haciéndose cada vez más importantes jerarquicamente y ofrecen un resultado superior a su antecesor. Personalmente divido al film en: Orígenes, Clark Kent, Superman y el sacrificio.
En “Orígenes” que forma parte del primer acto, conocemos Krypton, su organización social, sus dirigentes y su avanzada tecnología, pero también a Jor-El (interpretado de forma magistral por Russell Crowe) y a Lara Lor-Van (Ayelet Zurer), padres biológicos de Kal-El, quien será enviado por sus padres al planeta tierra para salvar su vida.
La emoción implícita que conlleva toda esa situación, a la cual Snyder le agrega un poderío visual imponente, mientras que Goyer se encarga de presentarnos sin muchos preámbulos al gran villano del film, el General Zod (soberbio Michael Shannon), termina por convertirse en un prologo cargado de acción en el que todo esta atravesado por un tono épico que recién volverá a aparecer en la ultima parte del film.
De ahí saltamos a “Clark Kent“, segundo capitulo del film, que también forma parte del primer acto del relato, donde el foco se centra precisamente en la identidad humana que asumió Kal-El en el planeta tierra, luego de ser adoptado por Papa Kent (Kevin Costner, el mejor actor de todo el film) y Martha Kent (correctisima Diane Lane).
Este segundo capitulo, lejos de tener el tono épico, la dinámica y el ritmo del soberbio primero, se enfoca más en lo dramático y en lo humano del personaje. Clark Kent (Cooper Timberline, Dylan Sprayberry y Henry Cavill, quienes lo interpretan en diferentes etapas de su vida) lejos de ser el periodista que la mayoría conoce, es un hombre que recorre todo el continente en búsqueda de respuestas, sabiendo que su naturaleza no es humana y que su objetivo en este planeta, claramente no es pasar desapercibido.
Los puntos más altos de esta parte son las actuaciones, que sirven para tejer la emoción que acompañara de aqui hasta el final del relato a nuestros personajes. La relación padre e hijo es la piedra angular que se erige como el principal motor de la historia, con emoción genuina y algún que otro golpe bajo necesario, que supone cambios con respecto a la historia original del personaje en los cómics.
Durante esta parte también conocemos a una Louisa Lane (la hermosa Amy Adams) muy diferente a lo que podíamos imaginarnos previamente, la cual sirve para darle más dinamismo y rapidez al cierre del primer acto.
El tercer capitulo, al cual denominé “Superman“, es tan extenso, tan completo y esta tan bien trabajado, que conforma por si solo todo el segundo acto del film ya que en él tenemos el surgimiento del superhéroe, los primeros desafíos y dilemas que debe atravesar, y ademas vuelve a poner en escena al villano del film, esta vez acompañado de todos sus secuaces, lo que conforma la introducción al conflicto central de la historia.
La segunda parte de “El Hombre de Acero” es la que la consolida como la gran película que es, sin lugar a dudas.
Aquí es donde el actor Henry Cavill toma la posta durante este tramo del film y se consolida como una excelente elección para este personaje.
Volver a ver a Superman en acción es el elixir que todos buscamos a la hora de ver este film. Luego de una emotiva primera aparición (la imagen del ultimo hijo de krypton caminando por la Antártida pone la piel de gallina) y un primer vuelo que realmente te convence de que “un hombre puede volar”, tenemos el marcado paralelismo que caracteriza a esta historia con la del mesías y el salvador que viene a la tierra para sacrificarse.
El ultimo hijo de Krypton es retratado como una especie de Moisés y Jesús al mismo tiempo, y los realizadores juegan con esa idea constantemente, no para la polémica sino para enderezar el rumbo del film y definir un subgénero del mismo, que es la ciencia ficción, cuyos elementos marcan completamente el tramo final de la película.
Superman no deja de ser un extraterrestre (no es humano), alguien que al venir a la tierra rompe con todos los esquemas morales, religiosos y científicos que ordenan y organizan la vida actual, y es por eso que su riqueza como personaje va más allá de su virtud de ser un superhombre, devenido en superhéroe.
Como personaje, además, es grandioso porque presenta, al igual que algunas figuras religiosas, un dilema muy fuerte e interesante, como lo es la idea de hacer un sacrificio por una sociedad que él mismo altera con su presencia, la cual provoca el rechazo, violencia y el miedo hacia su figura.
Pese a todo esto, asume su rol como salvador (ya sea por que piense que es parte de su destino, o para cumplir la voluntad de su padre/creador) y el hombre de acero está dispuesto a sacrificarse por una raza humana que le tiene miedo, no lo entiende, lo rechaza, pero que en algún momento de su vida (su infancia sobre todo) supo ofrecerle muestras de bondad, solidaridad y amor pese a ser diferente.
Ojo que de todas formas, el segundo acto esta repleto de acción y presenta una de las secuencias más impactantes en materia de capacidad destructiva que ofreció el cine en lo que va del año: La primera pelea de Superman con Zod y sus muchachos en Smallville es un derroche de adrenalina, efectos especiales e impacto visual como nunca vimos en una película con este superhéroe.
En esta parte es donde Josh Whedon y sus Vengadores ya quedan fuera de juego, para que quede más claro.
Aquí es donde ya empiezan a entrelazarse el tono épico del capitulo “Origenes“, la parte emotiva y humana de “Clark Kent” y la complejidad de “Superman” para empezar a formar el estilo que marcará el tercer y ultimo acto del film, al cual denomine “El sacrificio“.
Todo lo anterior tiene como objetivo llegar a ese momento, a ese clímax, a ese final que ofrece todo lo que uno buscaba en una película de este genero, pero que hasta ahora jamás habíamos visto. La espectacularidad, al servicio de un buen argumento y en los hombros de un solo personaje. El mejor de todos. El único: Superman.
“El Sacrificio“, pese a ser tan solo el tercer acto del film de Snyder, es el punto de quiebre y renacimiento de esta etapa dorada de los superhéroes dentro del cine moderno.
El tercer acto de “Man Of Steel” significa para este genero lo que “X-Men” significó en su momento. Es decir: sentar las bases, clavar la bandera en la luna, inflar el pecho y tratar de que el resto logre superar esa marca, mientras los responsables de tamaño éxito se las ingenian para ver como se superan a si mismos.
La ultima parte de “Man Of Steel” hace que “Los Vengadores” se vea como una película hecha para la televisión, que “The Dark Knight Rises” parezca un pequeño relato sobre la valentía y que todo el resto de las producciones que tienen a supehéroes como protagonistas sean de “clase b”.
Lo que hizo Snyder (principal responsable de esta parte del film) es imponente. Mete miedo pensar que toda esa capacidad de imaginación a la hora de como contar una batalla final pueda entrar en la cabeza de un solo hombre.
Personalmente lo vengo sosteniendo desde hace un tiempo: Snyder es un tipo que técnicamente viene a revolucionar a toda una generación, como lo hizo en su momento James Cameron.
Desde “Dawn of the Dead” (2004), “300” (2006), “Watchmen” (2009) y “Sucker Punch” (2011) que el tipo se las ingenia por ofrecer algo nuevo en materia visual en sus películas. Un estilo nunca visto, una marca personal que muchos van a intentar copiar y que seguramente pocos lograrán hacerlo con éxito.
En el caso de “Man of Steel” esa marca, ese estilo, es con el que filma toda la batalla final entre Zod y Superman. Un plano secuencia que alterna primera persona, segunda y tercera persona tantas veces que se vuelve adictivo y que encima, en 3-D, provoca la sensación realmente de estar volando junto a los protagonistas.
Snyder no habrá escrito el guión, ni tampoco concibió la idea para “Man of Steel“, pero lo que si hizo fue ponerle la firma, SU FIRMA, con este tercer y último acto, dejando bien en claro que sin importar quienes sean los que están detrás de esta gran producción, es él el mayor responsable de todo lo bueno que tiene para ofrecer.
“Man of Steel” es una película 100% Snyder, la mejor de su filmografía y para la cual parece haber entrado a este mundo de los superhéroes dentro del cine.
“Man of Steel” es un antes y un después en esta etapa. No podrás ver con los mismos ojos ninguna otra película que tenga a estos personajes (me refiero a todos los superhéroes) luego de haber visto la que a su vez es la mejor película que se hizo con Superman en el cine.
Antes del cierre, mención especial para Hans Zimmer, quien musicaliza de principio a fin como no nos hubiéramos imaginado ni en nuestros mejores sueños la historia del superhéroe más importante que tiene a partir de ahora el cine moderno.
“Man Of Steel” es el inicio de una nueva y más que prometedora etapa en la generación dorada que viven los superhéroes dentro del cine. Es y será por mucho tiempo, la marca a vencer. El nivel de calidad a superar. La cátedra a seguir.
Batman ya quedó en el pasado. El defensor de ciudad gótica, como dije en su momento, es el héroe que todos podemos ser. Superman, en cambio, vuelve a ocupar su trono, el del superhéroe que todos soñamos ser.
Por esa razón, “El Hombre de Acero” es, entonces, la película que todos alguna vez soñamos ver dentro de una sala de cine.