MI VECINO, ¿EL ASESINO?
Los vecinos son personas a las que vemos casi a diario y con las que tenemos que convivir, al menos en el ámbito de la comunidad donde tenemos nuestra casa. Una de las cosas más difíciles en la vida es la buena convivencia humana. Y de esa relación con los vecinos, ya sean nuevos o de toda la vida, algunas veces surgen conflictos que si no se resuelven en su momento, se vuelven una bomba de tiempo.
Leonardo es un reconocido diseñador industrial, casado con una instructora de yoga, Ana, y con una sola hija pre-adolescente, Lola, con la que no tiene comunicación. Ellos viven en la única casa que construyó Le Corbusier en América (Casa Curutchet, dotada de gran belleza y hermosas líneas), situada en la ciudad de La Plata, y es motivo de admiración de turistas y gente de los alrededores.
Una mañana, la serenidad de su hogar se ve perturbada por el comienzo de unas obras en la vivienda lindera. Su vecino, Víctor, un personaje raro y extrovertido, pretende hacer una ventana ilegal con vista a su casa, para tener algo de luz natural, por lo que la intimidad de su familia se vería enteramente violada. La forma de comunicarse del nuevo vecino, entre amistosa y amenazante, genera en Leonardo un fuerte rechazo y, a la vez, un extraño sometimiento. El incidente comienza a ocuparle todo su tiempo, apartándolo de sus labores profesionales y familiares. Con la presión de su esposa para que ponga fin a la situación, Leonardo se va desmoronando poco a poco, porque no encuentra la forma de hacer que su extraño vecino deponga su actitud.
Protagonizada por Rafael Spregelburd y Daniel Aráoz, dirigida por Mariano Cohn y Gastón Duprat y poducida por Fernando Sokolowicz, el multimpremiado filme argentino es una muestra de talento interpretativo y de una gran y plástica puesta en escena.
La tensión que se genera entre los dos protagonistas maneja el nudo de la trama: ambos son totalmente diferentes, opuestos en todos los aspectos que se podrían evaluar. Leonardo, el diseñador, es un profesional políglota, egocéntrico, soberbio, arrogante y despectivo, perteneciente a una joven clase alta, de esos treintañeros que se desarrollan profesionalmente en el diseño, viven en viejas casas recicladas a nuevo en Palermo Hollywood (no en este caso), escuchan música electrónica de DJs internacionales y manejan lo último en tecnología.
De Víctor, en cambio, con sus pantalones ajustados metidos adentro de las botas, no se sabe bien qué es o cómo se gana la vida, tal vez con sus siniestras esculturas que hace con perdigones de escopeta, o vendiendo guisos de jabalíes cazados por él mismo; es lo que muchos podrían llamar “un grasa”, tal cual lo define Leonardo en una cena con amigos tan paquetes como él (uno de ellos, interpretados por Juan Cruz Bordeu, ¿autoparodiándose?).
Son geniales muchas escenas de este excelente filme, y la mayoría tienen a un exacto Daniel Aráoz como protagonista: cuando le cruza de ventana a ventana el guiso a su vecino en un balde de albañil; cuando monta el show de títeres en la ventana, con botitas de vaquera puestas en su dedos bailando sobre una banana; cuando se presenta a la fiesta de Leonardo con su nueva novia; y varios etcéteras, incluyendo el impactante e impensado desenlace, que nos deja con la boca abierta, y nos enfrenta ante lo mísero que puede ser el ser humano en determinados momentos de su vida.
Seleccionada para participar del Festival New Directors, New Films de Nueva York y ganadora de premios en los Festivales de Sundance y de Mar del Plata, la dupla de directores y de actores colocan a “El hombre de al lado” en un lugar de gran importancia para el cine nacional, ése que nos permite reflexionar, con una historia chiquitita pero con un mensaje enorme, acerca de cómo somos y nos comportamos como hombres y como sociedad. Sencilla, tensa, chocante, imperdible.