Una ventana indiscreta sobre los prejuicios y el poder de los símbolos.
¿Cómo una simple ventana puede hacer tambalear un mundo perfecto? Los directores Mariano Cohn y Gastón Duprat partieron de ese interrogante para construir “El hombre de al lado” con la cual suman un exponente singular al cine argentino.
Es así por la profundidad y multiplicidad de digresiones que surgen a partir de una anécdota en apariencia simple, por la irreverencia en el tratamiento de los personajes y por la ironía un poco cruel con que los tratan.
Pero todo tiene sus matices en esta película que conserva algunos rasgos de la forma en la que esta dupla de directores apela al humor y al drama, tal como lo hicieron en “El artista”, el filme que marcó su debut en la pantalla grande.
Para empezar no se trata de cualquier ventana. Es una abertura que se hace sobre una de las medianeras de la Casa Curutchet, diseñada en 1949 por el arquitecto Le Corbusier en La Plata y la única en Argentina.
Segundo, su propietario, como es de prever, es alguien valora y disfruta de saber que es el propietario de un símbolo de la arquitectura moderna, visitado y fotogafiado por turistas y estudiantes.
???Tercero, el autor de los mazazos que rompen ese símbolo (de exclusividad, de poder, de sofisticación) no sabe ni le interesa ni entiende que lo que hace es un sacrilegio para el afectado.
El sólo, dice, pretende tener “un rayito de sol” de todo el que se derrama generosamente sobre la casa de su vecino. Así es como rompe la venerada pared, y al mismo tiempo abre grietas en una estructura familiar y personal y en una vida en apariencia inmejorable.
???Esos dos personajes, Leonardo y Víctor, representan dos mundos irreconciliables antes que opuestos o enfrentados: el de una persona algo rústica, pragmática y de modales simples, y el de un exitoso diseñador, sofisticado, arrogante y cuya sensibilidad parece sepultada debajo de una densa capa de esnobismo.
???El guión de Andrés Duprat no siente piedad por ninguno de los dos, interpretados con eficacia por el actor cordobés Daniel Aráoz (Víctor) y el director y actor Rafael Spregelburd (Leonardo).
Durante las casi dos horas de película, guionista, directores y actores están al servicios de un filme con múltiples lecturas. ?En el trabajo se destacan una trama que complica el conflicto a medida que transcurren los minutos y deja al descubierto, sin estredencias y de una forma casi minimalista, el caos que puede generar una ventana indiscreta.