El Hombre de los Puños de Hierro tiene todos los ingredientes para convertirse en un pequeño clásico de culto: es disparatada, sangrienta, movida y entretenida. No le pidan lógica o coherencia; es simplemente una fuerza impulsada por su propia energía que sólo se disipa cuando llegan los títulos finales de crédito. Y, para redondear el concepto, terminaré diciendo que es una deliciosa película mala.
Ciertamente El Hombre de los Puños de Hierro me hace acordar mucho a Asesino Ninja. La historia es lo de menos, lo que importa es la dirección con estilo y las peleas. El filme es un proyecto acuñado por RZA - un rapero que ha trabajado en la banda de sonido de casi todas las películas de Tarantino, y que ha mamado mucho de su estilo directorial -, el cual viene elaborándolo desde el 2003, y que ha recibido la influencia tanto del mismo QT como de Eli Roth - quien se encargó tanto de co-escribir el libreto como de guiar al rapero en sus primeros pasos en el cine, ayudándolo a obtener la financiación que precisaba para el proyecto -. Considerando que RZA es un director novel, el resultado final se ve impresionante: en lo visual El Hombre de los Puños de Hierro es una fiesta. No sólo copia a la perfección el preciosismo del cine de artes marciales chino (como los Wu Xia de Zhang Yimou Héroe o La Casa de las Dagas Voladoras), sino que - al momento de la acción - el tipo se despacha con unas coreografías deliciosamente viscerales. Es más que posible que RZA haya recibido un montón de ayuda no oficial (léase: Roth o Tarantino metiendo mano en el filme) pero, de no ser así, es un director a tener en cuenta y a seguir. Los montajes son excelentes, el ritmo es fantástico, y la película nunca se queda quieta.
Mientras que RZA es muy bueno como director, como libretista es pasable y como actor es un cero a la izquierda. Ciertamente al rapero se le ha soltado la cadena, y ha dejado volar su imaginación de manera salvaje - en más de un momento el filme entra directamente en el terreno de la fantasía, con tipos que pueden mutar su piel en una cobertura de bronce impenetrable, o guerreros dotados de armaduras recargadas de gadgets imposibles -, con lo cual el filme termina pareciéndose a un duelo de superhéroes ambientados en la China milenaria. Por otra parte el guión destila reminiscencias de spaghetti western, en donde un montón de personajes notables terminan confluyendo en un sitio y hora determinados para desatar una carnicería descomunal. Cada héroe tiene oportunidad de batirse a duelo con un enemigo a su altura en el grand finale, el que incluye una deliciosa batalla campal en el burdel que regentea Lucy Liu.
Los problemas del filme pasan por las perfomances y las limitaciones de la historia. Como actor RZA carece de carisma y rango, y no le da para cargar sobre sus hombros el papel principal - dicho sea de paso, que el héroe sea un afroamericano que trabaja de herrero en China es un detalle que pasa desapercibido entre las toneladas de disparates que lanza el filme, aunque el guión se encarga de darle una explicación medianamente coherente de cómo llegó al otro lado del mundo -; por otra parte Russell Crowe se ve gordísimo, viejo, y sobreactúa feo. No sé que le pasó a este tipo, si le agarró una crisis de trabajo y se empachó con dos toneladas de bizcochitos para el mate, pero Crowe se ve fuera de lugar en un producto tan pulp como éste. Por otro lado el libreto tiene su cuota de problemas - las idas y vueltas con los clanes a veces resultan confusas; ninguno de los personajes es tridimensional, y ni siquiera se le da espacio a estos caracteres para que la carga emocional de su venganza se contagie a la platea -, que son camuflados por el gran ritmo y la buena dirección de RZA.
El Hombre de los Puños de Hierro es un lindo pastiche. Divierte, tiene peleas inspiradas, tiene un buen ritmo. No es para cualquiera - si le gusta el buen cine vaya acá al lado que están pasando una de Woody Allen - pero, para la gente de paladar sicotrónico, El Hombre de los Puños de Hierro es una buena opción. Tiene todo lo que nos gusta y en buenas cantidades, y eso hace que le sepamos tolerar los defectos de fábrica.