Contundente mezcla de géneros violentos
Esta ensalada de kung fu, western, blaxploitation y casi cualquier cosa memorable programada en cines de barrio de todo el mundo, tiene a su favor no sólo rigor e imaginación formal, sino también sinceridad y absoluta ausencia de pretensiones propias de las películas que se interesa en recrear, homenajear y, en cierto modo, reinventar.
Es que el debut como director del astro del hip hop RZA se anima a una trama mucho más elaborada que la simple sucesión de combates de artes marciales que sostienen muchos clásicos y éxitos de taquilla del género. Sin el menor temor al ridículo, y con la seguridad que puede dar la producción de Quentin Tarantino aunque en realidad el verdadero productor sin duda es el coguionista Eli Roth- el músico de "El camino del samurai" de Jim Jarmusch dirige y protagoniza esta fantasía ultraviolenta que incluye algunas de las imágenes más audaces a todo nivel no sólo en sexo y gore- que hayan surgido del Hollywood reciente. Ni cuando estaba en el circo romano Russell Crowe (aquí un mercenario australiano) pudo cometer tantos estragos como las masacres que salpican los estilizados decorados del burdel regenteado por Lucy Liu, sólo para mencionar dos de los principales antiheroicos protagonistas de una trama tan delirante como bien armada.
Un herrero afroamericano radicado en el lejano Oriente sufre una salvaje mutilación que le servirá para convertirse en el superpoderoso personaje del título. Esto implica toques de western, y hasta homenajes a los films de monstruos mitológicos con efectos de Ray Harryhausen. La música, obviamente a cargo del rapper con puños de hierro, potencia todo al máximo.
El aporte del elenco y,sobre todo, los técnicos son fundamentales para tomarse en serio esta mescolanza absurda pero contundente. Empezando por las peleas coreografiadas por el experto Cory Yuen. Su trabajo combinado con los efectos especiales del maestro del gore Greg Nicotero logran que algunas imágenes del aprendiz RZA superen a las de sus maestros.