Sábados chinos de super acción
Acción y aventura inspirada en los clásicos del kung fu y un relato épico de guerreros, asesinos y un héroe marginado en la China del siglo XIX.
Con el nombre de Quentin Tarantino para apoyar su lanzamiento, esta película de artes marciales está claramente apuntada al público que supo disfrutar de los viejos films de kung fu que protagonizó Bruce Lee.
El hombre con los puños de Hierro marca el debut como realizador del músico de hip hop RZA y cuenta con el guión de Eli Roth, un habitual colaborador de Tarantino que cobró vuelo propio a partir de Hostel. Como herederos del trono, ambos plasman sin demasiada suerte una película que navega entre los homenajes y los excesos de sangre.
La historia está ambientada en la China del siglo XIX donde se libra una feroz batalla entre guerreros, asesinos y un herrero marginado, Blacksmith (RZA), que unen fuerzas para destruir al traidor de un clan. Blacksmith es obligado a fabricar armas pero cuando sus brazos son amputados se convierte en una verdadera máquina gracias a su energía ancestral. Y se lanza contra fuerzas despiadadas que intentan quedarse con el oro y el poder.
La película pone el acento en los enfrentamientos cuerpo a cuerpo y nunca deja de lado el tono fantástico. El problema es que ni el relato ni los personajes llegan a lograr empatía con el público. Todos desfilan como marionetas coreografiadas y sólo la secuencia en la que se evoca a Operación Dragón, en medio de un laberinto de espejos, convence por los recursos utilizados. El enfrentamiento final entre el héroe al que hace referencia el título y el indestructible gigante Brass Body (Dave Bautista) parece salido de una película de sábados de super acción. La ambientación, los chorros de sangre y la casa de citas regenteada por Madam Blossom (Lucy Liu) no alcanzan para hacer de la película un verdadero festival tarantinesco.