The Man with the Iron Fists se vende como la película que presenta Quentin Tarantino y que co-escribió Eli Roth, lo que de inmediato lleva a pensar en un espectáculo de buena música y kung fu restringido por sus altos niveles de violencia y sangre. Esa es la promesa que, como mucho de lo que se jura en las campañas publicitarias, no se hará realidad. Lo cierto es que se trata de un proyecto a mitad de camino de todo eso, que no termina de decidir qué es lo que quiere ser, y eso se debe fundamentalmente a la falta de experiencia de la persona responsable de llevarla adelante: RZA.
El rapero de Wu Tang Clan debuta como realizador con un proyecto que escribió, dirigió y protagonizó como un vehículo para él, un hombre con larga trayectoria en el séptimo arte en materia de bandas sonoras e interpretación, pero a la fecha sin otros trabajos detrás de cámaras o como guionista. Se nota que es un entusiasta, no obstante es algo evidente que aún no definió un estilo propio y que tantos años de colaboración con el director de Pulp Fiction han sido una fuente de inspiración. The Man with the Iron Fists busca ser un homenaje al cine de artes marciales, sin embargo resulta en una suerte de homenaje a Tarantino celebrándolo, como este lo hiciera en el pasado con Kill Bill o en otros géneros como el exploitation y el spaghetti western.
No es una tarea sencilla la que RZA se puso al hombro y, en honor a la verdad, debe decirse que el resultado no es del todo malo. Si bien las coreografías no sobresalen en comparación con lo que se suele hacer, hay una seguidilla de buenas secuencias de combate que enmascaran las carencias generales. Si bien hay problemas en materia de dirección -nunca se termina de cerrar el enfoque-, la gran falta se produce en términos de guión y el motivo es lógico. El primer corte de RZA tenía una duración de cuatro horas -el cual planeaba lanzar en dos partes- pero por recomendación de Eli Roth se lo redujo a 96 minutos. Eso implica dos horas y media de metraje eliminado, lo cual explica la ligereza con que se lleva la historia y la falta de desarrollo de los personajes o sus motivaciones -poco se entiende, por ejemplo, lo que hace Jack Knife-, lo que sin duda contribuye a la confusión.
Tarantino simplemente presenta, se trata de un gesto que ayuda a legitimar a un habitual colaborador. No produce, escribe ni dirige nada en El Hombre de los Puños de Hierro, a pesar de que la película haga un esfuerzo en tratar de mostrar que si. La producción logra destacarse por contar con un importante elenco de involucrados -amigos como Lucy Liu o Russell Crowe-, efectos aceptables y una lograda ambientación sobre un presupuesto de 15 millones de dólares, algo acotado para los estándares de la industria. El problema es la ambición de un director que no logró controlar su propio proyecto. El pasado forzado de su herrero -el cual iba a figurar en Django Unchained en un crossover, otra ayuda de su compañero-, su demorada conversión en la figura del título, una importante cantidad de personajes con variadas líneas argumentales y demás, todo paga el precio de una historia que se debe apurar y, para ello, se la hace avanzar a zancadas.