El hombre de Paso Piedra

Crítica de Pablo E. Arahuete - CineFreaks

Cosmovisión

Una voz sin cuerpo arremete, mientras una cámara inquieta la persigue. Y de repente una charla extendida entre el director y su protagonista, Mariano Carranza, ladrillero de Choele Choel (Río Negro) trazan las coordenadas de un choque de cosmovisiones,más allá de las notorias diferencias de edad y experiencias de vida. Eso es a grandes rasgos El Hombre de Paso Piedra, nuevo opus del director Martín Farina (Fulboy) que se aparta de los convencionalismos del documental de observación para adentrarse en la subjetividad plena de su personaje.

La convivencia con Mariano entremezclada con las charlas sobre la vida, el presente y la búsqueda de la felicidad, son elementos que resignifican el acercamiento de Farina y su avidez por conocer y “curiosear” una vida completamente distinta a la suya. Para Mariano Carranza y su condición de semi ermitaño, el progreso más que una solución de confort es un problema, el dinero otro, y proyectar cambios en su forma de existir y sobrevivir con su trabajo manufacturero de ladrillos implica un desafío donde el tiempo juega un factor decisivo.

En realidad, el tiempo es el que los une a Mariano y el director, compartir instantes que la cámara se encarga de registrar como fragmentos o partículas frente a la vastedad del universo y en ese sentido Paso Piedra recupera el espacio por su soledad.

Lo efímero en esa soledad forma parte del paisaje que la cámara descubre en su paseo metafísico, acompañada de atmósferas que a veces gracias al artilugio y al artificio del cine parecen ensoñaciones. Pero si hay algo que se destaca de algunos pasajes hipnóticos en el documental es sin lugar a dudas la voz que se corporiza no solamente desde el discurso sino en el cúmulo de detalles que Martín Farina despliega en un mosaico audiovisual profundo y sincero.