El traspaso de papel a pantalla grande no siempre es armonioso y decenas de clásicos de la literatura arruinados por el Séptimo Arte pueden dar fe de ello: La Mandolina del Capitán Corelli (autor masacrado: Louis De Berniere), Hook versión Spielberg (James M. Barrie) y La Letra Escarlata (con Demi Moore bailando sobre la memoria de Nathaniel Hawthorne) son sólo algunos ejemplos de evidente atropello. Y si bien no hay un patrón para el fracaso, lo que se le suele atribuir como error a estas obras, como explicación del fallido, es la poca fidelidad a la fuente original. Nada más errado: si Peter Jackson traspasó la fantasía de Tolkien al fílmico con irrefutable éxito, no fue precisamente por tomar al pie de la letra su obra (especialmente con el segundo episodio, Las Dos Torres, acaso la mejor de la saga) y por otro lado obras maestras del cine como El Resplandor (Kubrick) y Tiburón (Spielberg) reescribieron las páginas de sus autores -en este caso, algo mediocres- para conseguir un resultado notablemente mejor.
Al escritor, claro, por lo general estas adaptaciones no le causan gracia -aunque allí estará siempre el texto, inalterado, para aquel que no quiera dejar que otros imaginen su historia. José Saramago era, hasta su muerte en 2010, precisamente uno de estos escritores: la última adaptación de su obra que vio en cine fue Blindness, de Fernando Meirelles (basada en su notable Ensayo Sobre la Ceguera) que no satisfizo a sus lectores ni al público en general. Su desconfianza respecto a esta rama del arte estaba, hasta entonces, más que justificada.
Es por eso una tremenda lástima que el autor de clásicos de la literatura moderna como El Evangelio Según Jesucristo no haya tenido la oportunidad de ver su novela El Hombre Duplicado, en las manos de uno de los directores más interesantes de la última década, Denis Villeneuve (Incendies, Prisoners). Ahora sí, tras muchos intentos fallidos, alguien dio en el clavo. ¿Cómo lo hizo? Fácil: utilizó otra herramienta, la cinematográfica, para adaptar conceptualmente –no literalmente- lo más importante del libro. Y al agregar simbología adicional, metáforas abstractas, analogías de forma arácnida y vueltas de tuerca ocultas, enriqueció un texto de por sí ya rico en interpretaciones freudianas.
El Hombre Duplicado es, en verdad, un Enemigo (tal su título en inglés) y es la primera señal de que la adaptación de Villeneuve es eso: una adaptación, no una transposición textual. Partiendo de la historia original que tiene a un profesor de Historia descubriendo que en su misma ciudad hay otro hombre idéntico a él en todos los aspectos (menos el psicológico, claro), Enemy traza una trama que gira rápidamente hacia lo macabro desde lo más oscuro de la psiquis humana: monstruosidades que se manifiestan en sueños, infidelidades, ciclos de agobiante redundancia y visiones de mujeres-araña (metáfora que conviene analizar al término de la película, repasando algunos detalles que en una primera visión de la misma pueden escapar). Villeneuve trabaja, esencialmente, sobre un género conocido –el thriller- pero le da una vuelta desde lo surrealista, con imágenes que remiten a Buñuel, Kubrick (la escena inicial parece una toma extra de Ojos Bien Cerrados), Cronenberg y De Palma, por lo cual otorgarle el adjetivo lyncheano es resguñar apenas la superficie de esta pequeña gran obra.
Sin embargo, parte del mérito pertenece a la fuente original literaria (que a la vez comparte un lejano parentezco con El Doble de Dostoevsky que, curiosamente, tiene una reciente adaptación cinematográfica de la mano del director Richard Ayoade) y otra parte aún mayor a la notable interpretación de Jake Gyllenghaal, que divide su personalidad en dos extremos opuestos con igual maestría y sutileza. Ante un juego de duplicados, poder descifrar al instante si se trata de uno u otro personaje es indicativo de una gran actuación.
Así como La Sospecha (Prisoners) fue una de las mejores películas del año pasado, puede que nos encontremos ahora con otra digna candidata a obtener idéntico honor. Que pertenezca al mismo realizador a esta altura no hace más que confirmar su talento, que hace por lo menos tres películas dejó de ser tan sólo una promesa.