La tragedia y la farsa
“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y otra vez, como farsa.” Karl Marx
Alfred Hitchcock, Brian DePalma, David Lynch, David Cronenberg, Woody Allen. Todos ellos tienen algo en común: han explorado el universo de la dualidad. La idea que cada individuo es capaz de transformarse en otra persona de manera trivial o que cada uno tenemos un doble exacto viviendo una realidad paralela en alguna parte del mundo.
La nueva película de Denis Villeneuve – que se presentó junto a La Sospecha en el Festival de Toronto – es una adaptación de la novela de José Saramago. Irónicamente, el film se estrenó junto con The Double, adaptación del actor/comediante/director Richard Ayoade de la novela de Fedor Dostoievsky. Ambos films, independientes entre sí, tienen como protagonistas a un mismo hombre que un día descubre un doble circulando cerca suyo. ¿Un impostor acaso?
En la nueva propuesta del director canadiense de Incendies, Adam – Jake Gyllenhaal – es un profesor de filosofía universitario transitando una crisis existencial. Vive con su novia – Melanie Laurent – pero algo le preocupa. Un día descubre que hay un actor que tiene exactamente su mismo rostro y habla igual a él. Desde ese momento comienza la búsqueda de este hombre, Anthony – obviamente Gyllenhaal de nuevo – para tratar de descubrir como es posible que exista un doble exacto de él.
Denis Villeneuve crea un relato vibrante y atrapante. La atmósfera es densa. Con pocos recursos, empieza a introducir al espectador en una especie de pesadilla, que va perdiendo coherencia y lógica a medida que avanza. El realizador juega con el poder de observación y detalle para construir una narración con muchos engaños. Poco a poco, ya no sabemos si estamos delante de Adam o Anthony, y de hecho las parejas respectivas de cada uno de ellos, van confundiendo al espectador. Ambos personajes son uno o ninguno. La pesadilla del realizador es no dar respuestas verosímiles y extrañar las situaciones en forma in crescente. Villeneuve manipula los tiempos y la información que brinda.
Al igual que en Vértigo, hay un personaje que hace una persecución, hay dos rubias hermosas, debilidades de los protagonistas y está la construcción de un doble. La ciudad, se convierte en el marco de un día sin fin que atraviesa a el o los protagonistas. Las respuestas más obvias son rápidamente negadas y el secreto de la narración es descubrir un misterio que no tiene solución. El director da via libre al espectador para que interprete su propia versión de la historia, para que adjudique una respuesta basada en las pistas literales que va esparciendo en el camino o aportando una visión metafórica relacionada, con el interior del ser humano – alma/miedos – la dualidad de la figura del actor, desplegando un personaje que cobra vida, o quizás una respuesta social (Canadá es una nación con doble lenguaje).
Historia con toque surrealistas y oníricas que recuerdan al universo lynchiano de El Camino de los Sueños o Carretera Perdida, o acaso al Cronenberg de Pacto de Amor o Crash, Extraños Placeres, El Hombre Duplicado es una película que provoca la reflexión, la discusión y el diálogo. Con una puesta en escena austera, una fotografía cuidada, y encuadres simétricos, Villeneuve consigue un film personal, intimista, económica pero a la vez pretenciosa en sus múltiples lecturas. Jake Gyllenhaal logra una de sus interpretaciones más profundas y versátiles, saltando de un personaje al otro, mostrando diferentes capas emocionales.
Sensual y misteriosa, El Hombre Duplicado es una historia diferente, con la lógica – la tragedia – y el absurdo – la comedia – de un sueño sin principio ni final.