Amigos, esta es la mejor película mainstream del año. Primero porque es una película y no un remedo de una atracción de parque temático. No significa que eso esté mal (aquí hemos elogiado algunas de esas atracciones hechas con nobleza) sino que no son exactamente cine. El Hombre Hormiga, a pesar de su picoso título, sí lo es. Es una comedia de aventuras clásica y tersa, donde hasta el último de los personajes secundarios tiene alma, corazón y vida. Donde las grandes secuencias de efectos especiales están reducidas al momento adecuado, y no insertadas de prepo para provocar una sensación que supla a la verdadera emoción. Donde Paul Rudd, Evangeline Lilly, Michael Douglas (glorioso) y Michael Peña (ídem) juegan a divertirse divirtiendo. Donde se habla de todas las variables posibles de la relación entre padres e hijos -el gran tema de la película- sin discursos sino integrado a la trama. Y donde además se dice sin ambages -como en esa otra genialidad que fue Guardianes de la Galaxia- que los superhéroes son parte de nuestros juegos infantiles (en la genial, superlativa pelea final). El director es Peyton Reed, cuyas películas anteriores van de muy buena a extraordinaria (vea Abajo el amor, vea Viviendo con mi ex, la más alegre y la más triste -respectivamente- de las comedias) y los guionistas, los maestros cómicos Adam McKay y Edgar Wright (y el propio Rudd). Si quiere ser feliz, esta es la película.