Luego de 11 entregas y un universo completamente establecido, las expectativas que uno tiene a la hora de ver una película de Marvel se conforman de puros sentimientos encontrados. Inevitablemente, cada nueva instancia tiene que ser mejor que, diferente a y estar a la altura de, siempre aportando algo nuevo a la mesa. Por decirlo de alguna manera, cada entrada en las fases de Marvel son un escalón a su plan mayor y, al mismo tiempo, su peor competencia. Es dentro de este esquema autoimpuesto y con el fin de cerrar la llamada “Fase 2” del plan Marvelita, que Ant-Man dice presente en el universo cinematográfico.
Uno podría dirigirse al cine sin mayor preocupación que el tamaño del balde de pochoclos a elegir, pero Ant-Man cuenta con un contexto interesante a tener en cuenta. Todo comienza cuando tanto la editorial neoyorquina como el mismísimo Stan Lee quisieron hacer esta película desde los años ochenta la cual hubiera sido la primera película basada en una historieta de Marvel, en lugar de la cuestionable “Howard The Duck”. Rechazada por tener una premisa demasiado similar a la recién estrenada “Querida, Encogí a los Niños”, la idea rebotó entre estudios, directores y productores, hasta que en 2003 Edgar Wright - director de Scott Pilgrim, la Trilogía Cornetto y fanático confeso del personaje creado por Lee y Kirby en el ‘62 - asumió el control de la producción, liderando lo que sería la primer película del Universo Cinematográfico Marvel, inclusive antes de Iron-Man en 2008. Lamentablemente para Wright, Disney se hizo con los derechos de la editorial y ahí fue cuando los conflictos aumentaron hasta que en 2014, el director se bajó finalmente del proyecto.
A la hora de sentarse en la butaca preseleccionada entonces, uno podría llegar a temer estar ante la presencia de un Frankenstein, pero dejará a muchos tranquilos saber que el guión es básicamente el original que Wright y el propio protagonista, Paul Rudd, supieron concebir, al punto que hasta pareciera que el cineasta hubiera dejado notas de como dirigir según su visión personal ciertas escenas. Pero ademàs de esto, Ant-Man toma una de las herramientas más cuestionables de las pelis de Marvel y las usa a su favor, ya que esta no es una película de super héroes, ni un film de acción, sino que es lisa y llanamente una comedia de ciencia ficción, ese género aventurero que supo hacer escuela con Volver al Futuro, Ciencia Loca o Cazafantasmas y que luego simplemente, desapareció. Poniendo casi todo en las espaldas de Paul Rudd, pero con un buen complemento por parte de un frágil Michael Douglas, esta clásica historia de plan maestro para efectuar el robo del siglo está plagada de chistes bienintencionados, colocados con precisión quirúrgica en guión y efectuados con la maestría y experiencia que el cast puede pregonar.
Si vieron los avances de la película, no hay nada que se pueda agregar en este texto a modo de preámbulo, ya que inclusive el mismo cumple con el pecado de incluir los mejores momentos de la batalla final. Sin embargo, sí se notan varios cambios de líneas, locaciones y vestuarios en la película final, lo que ayuda a entender porque por momentos el argumento toma curiosos saltos. Estos no son desprolijos de ninguna manera, ya que la película está dirigida con suma atención a los detalles, pero en ciertas circunstancias es demasiado evidente donde se efectuaron las reescrituras. No veremos errores de continuidad o vacíos argumentales, sino que simplemente algunas cosas “pasan” o los personajes de repente actúan de determinada manera, denotando que no hay un trasfondo sobre esas acciones, sino tinta fresca sobre Liquid Paper seco encima del guión original.
Si hay un detalle para señalar con el dedo y decir “esto está mal” es la existencia de Corey Stoll, como el villano de turno: Darren Cross. El científico que terminará interpretando a Yellowjacket no es más que un clon de Jeff Bridges en la piel de Obadiah Stane en Iron-Man, pero sin motivación. El antagonista de está película parece existir sólo por el hecho de que las películas precisan de un antagonista, ya que su ambición y frustración desmedida al borde del ataque psicótico no tiene ningún tipo de fundamento. Cross es un villano porque nació siendo villano y por más que quieran argumentar que lo que tiene es un ataque de celos por Hank Pym, esto no logra sostenerse ya que en realidad Cross es más exitoso en ese universo de lo que Pym jamás fue. Inclusive, intentando justificar su rabiosa maldad, en un momento se plantea que la fórmula para encogerse le afectó la psiquis, luego de pasar la mitad de la película haciendo hincapié en que jamás probó la testeó consigo mismo. Es ahí donde los borrones sobre el guión se hacen más notorios, sumado al hecho de que contactar a Hydra parece tan fácil como seguir su cuenta de Twitter, lo que no ayuda a la causa del film.
Pero todo héroe al fin y al cabo precisa de un villano y Stoll cumple su cometido como excusa para que Rudd entre en acción. A nivel técnico, Ant-Man se destaca por no regalarse al croma y en cambio, realizar las escenas de encogimiento sobre sets reales filmados con lentes macro, donde luego se insertó al personaje. Hay una extraña disociación al nunca poder ver que realmente es Paul Rudd quien está realizando las maravillas acrobáticas y los actos heroicos, pero definitivamente lograron que esta película se separe de todas las demás del género microscópico a nivel efectos, no sin dejar algunos dejos setentosos en los mismos ya sea por capricho o referencia.
Intentando resumir, el mayor problema de Ant-Man es no poder decir nada al respecto de la misma en absoluto. Ni bueno, ni malo. La película es por demás correcta, justifica el precio de la entrada y entretiene. Entre sus buenos atributos se destaca cuán apartada está del resto del universo Marvel, permitiendo respirar un poco de tanto caos Avenger, sin forzar un argumento que las hile. Los chistes son graciosos, la aventura es entretenida y se distancia lo suficiente de la mitología del personaje como para que nadie sienta que se está perdiendo detalles implícitos para los fanáticos. Por el lado negativo, vale repetir que Ant-Man es básicamente Iron-Man de 2008 y esto cobra sentido cuando recordamos que iba a ser la primera película de este plan a 15 años. En su momento, hubiera revolucionado el género pero hoy no es nada que no hayamos visto 11 películas atrás. El film cumple, entretiene y se justifica, pero no aporta absolutamente nada a sus películas hermanas, ni al género en particular. Un buen filler entre proyectos y lo suficientemente efectiva como para interesarse en la anunciada segunda parte, pero substancialmente, nada más.