La especialidad de la casa
Tras el éxito de taquilla de Avengers: La era de Ultron -2015-, pero con sabor a poco en el corazón de los fans, los estudios Marvel presentan un nuevo miembro clave –en los comics y en la próxima Capitán América: Civil War -2016--, Scott Lang -Paul Rudd-, sucesor de Hank Pym -Michael Douglas-, el hombre que puede tanto comunicarse con las hormigas, como achicarse hasta el tamaño de dichos insectos.
Con 12 producciones en su haber, el universo de los estudios Marvel entrevé las fortalezas y debilidades con mayor facilidad. Ant-Man, junto a Guardianes de la Galaxia -2014-, son por ahora las únicas con un registro más ligero y en busca de situaciones de comedia, más que de la seriedad de tener el peso del mundo en los hombros de un solo hombre. Y no es coincidencia que estas dos estén dentro de los films más sólidos de la saga. Ant-Man, el hombre hormiga tiene severos aciertos ya desde el guión al elegir una historia de orígenes a medias y no aburrirnos con la historia de cómo surge un héroe, ya que el hombre hormiga original fue Hank Pym, aquí contextualizado como contemporáneo a Capitán América en la segunda guerra mundial, mostrado solo en flashbacks. El aquí y ahora es 2015 y con el doctor Pym en sus 60 años, le pasa su antorcha a un ex convicto, activista, genio de la computación -ya bastante normal dentro del mundo Avenger-, Scott Lang.
En el Yellowsuit -traje amarillo-, antagonista principal de la historia, Darren Cross, se encuentra el volátil Corey Stoll, el calvo Peter Russo, víctima de Kevin Spacey -Mr. Underwood-, en la serie House Of Cards. Si bien es una fórmula conocida, donde el enemigo es el recíproco exacto del héroe en sus poderes, no por ello es no satisfactorio. Con una gran historia de amistad y luego desamor con Hank Pym, las acciones malignas del científico Cross quedan muy bien justificadas.
El párrafo aparte se lo merecen tanto Paul Rudd como el departamento de efectos especiales, el cómico más conocido por sus papeles junto a Will Ferrel, lo merece por acallar las voces de los fans ‘odiadores seriales’, bancando una franquicia como si fuese algo de todos los días y, además mezcló los cortes de comedia con grandes secuencias de acción de una forma casi perfecta. Con respecto al departamento de efectos especiales, superaron con creces lo hecho en cualquier otra película de Marvel. En las coreografías de acción, el héroe pelea constantemente haciéndose pequeño y volviendo a su tamaño original, entonces el desafío era crear el universo desde allá abajo, donde las cañerías de agua pasan a tener el tamaño de cloacas normales y las hormigas que lo acompañan pasan a ser grandes aliados, todo este concepto es el que deja lucirse a los responsables detrás de las computadoras.
A tener en cuenta para los fans de esta franquicia: hay dos escenas post créditos, una en el medio de ellos y otra al final literal. Sin spoilear, la primera escena enriquece la historia del propio Ant-Man, pero la segunda es una escena muy importante que hace avanzar al mundo Marvel en su totalidad, de tal forma, que es hasta criticable poner tanta importancia en una escena tan difícil de hacer que todo el público vea.
Tal vez lo más polémico, sea la autorreferencia a sus películas predecesoras -11 films-, que ya a esta altura pueden ser tomadas como capítulos de algo más grande. Si no se tiene el conocimiento de La era de Ultrón o El soldado del invierno -2014-, hay chistes que no se van a entender, por lo tanto, lo que es un cumplido para los fans a muerte, aliena a los espectadores casuales.
Para resumir, la máquina corta churros de películas sobre los Vengadores no está aminorando su marcha ni mucho menos, pero tal vez su tono PG13 -para toda la familia- impuesto por Disney –dueño de Marvel- está comenzando a mostrar sus debilidades y recurrencias temáticas al no poder despojarse de su tono colorido y liviano, que tan bien les queda a Paul Rudd o Chris Pratt -Starlord en Guardianes de la Galaxia-, pero no tanto para un Thor o los Avengers juntos.